Un penalti discutible acabó de hundir a un flojo Rayo
Pésimo encuentro en la Romareda, en el que ambos equipos demostraron la justicia de su actual clasificación. De salida, el Rayo, con una táctica de contención excesivamente conservadora, aguantó como pudo los desordenados, pero insistentes ataques, zaragocistas. Puso en práctica un 4-4-2 que, pese a los numerosos errores tácticos cometidos por su defensa, fue suficiente para que el Zaragoza, torpe y con escasas ideas, no encontrase el camino del marco de Hierro.Sin embargo, un golpe franco magistralmente lanzado por el yugoslavo Antic, desde unos 35 metros, sobrepasó sin dificultad a la mal colocada barrera rayista y supuso el primer tanto para los locales. A partir de aquí, el Zaragoza bajó su ritmo inicial y el Rayo estiró algo más sus líneas, aunque sin llevar en ningún momento auténtico peligro al área de Irazusta. Landáburu, en día aciago, no supo imprimir el orden preciso al juego de su equipo, mientras Pozo y Alvarito se mostraban incapaces de deshacerse del marcaje de sus respectivos pares.
En el minuto 78 llegó la jugada que puede considerarse decisiva. Víctor penetró en el área rayista, pugnando con Rocamora por el balón. Sin que existiese aparentemente, acción punible alguna por parte del vallecano, el zaragocista cayo al suelo, y López Cuadrado, entre los silbidos de la propia afición maña, señaló el punto de penalti. Alonso, con su peculiar habilidad, se encargó de transformar la pena máxima.
En suma: un 2-0 que puede tener una importancia decisiva al final del campeonato, ya que este resultado permite al Zaragoza aventajar al conjunto madrileño en el coeficiente particular.
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