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Tribuna
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De quién es Blas Infante

Candidato del Partido Socialista Andaluz al Congreso por Sevilla

Hace años que los hombres y mujeres andalucistas del PSA rescatamos del olvido la entrañable bandera verde, blanca y verde de nuestro pueblo andaluz. Desde aquel entonces, y durante mucho tiempo, todos los partidos políticos centralistas miraban nuestra actitud no sólo con indiferencia, sino a veces con sorna; y no faltó algún político «andaluz» que llegó a calificar de «trapo» a la bandera de Andalucía. El tiempo anduvo, y con el esfuerzo y el tesón del PSA, el pueblo andaluz fue cobrando más y más conciencia del valor del símbolo de su tierra y aceptándola como enseña de nuestro suelo andaluz.

Pero un día los partidos centralistas comenzaron a darse cuenta de su error y, de la noche a la mañana, no sólo empezaron a usar la verde, blanca y verde, como algo que comienza a tener «mercado» para la captación de votos, sino que aparecieron las denuncias a «cierto partido» que quería monopolizar la bandera, que era de todos los andaluces. Ni siquiera tenían la delicadeza de citarnos por nuestro nombre; ni querían reconocer que si el pueblo andaluz identificaba la bandera de nuestra tierra con el Partido Andaluz no era porque así nosotros lo hubiésemos querido, sino porque habíamos sido los primeros y los únicos que, durante años, habíamos conseguido que ondeara nuevamente como signo de esa Andalucía viva, próspera y culta, de esa Andalucía libre que el pueblo andaluz merece.

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Hoy, de cara a unas nuevas elecciones, se está volviendo a repetir el mismo fenómeno, referido ahora a la figura de ese gran hombre que fue Blas Infante y que el Partido Andaluz, en nuestro reciente II Congreso, hemos reconocido como padre de la patria andaluza. Hoy también comienzan a oírse las voces que quieren recordarnos -como si acaso el PSA lo necesitara- que Blas Infante «es de todos los andaluces».

Yo podría terminar este artículo reconociendo que, efectivamente, Blas Infante fue y es de todos los andaluces, pero tendría que añadir que, por desgracia, no todos los andaluces son de Blas Infante. Y, por, si esto pudiera resultar un simple juego de palabras, parece conveniente dar alguna. explicación.

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Blas Infante es de todos los andaluces

Sí, esto es cierto. Cuando Blas Infante, en el Congreso Internacional Fisiócrata de Ronda de 1913, hablaba de redimir al pueblo de Andalucía de la postergación en que otros lo tenían sumido, se dirigía a todos los andaluces. Y no sólo a los andaluces; porque Blas infante, como su pueblo andaluz, no entendía de razas, ni siquiera de partidas de nacimiento, y consideraba llamados a levantar nuestra tierra a todos aquéllos que en ella vivían y para ella trabajaban. Y así lo expresó claramente en el manifiesto de su campaña electoral de 1919, cuando, después de exhortar a los andaluces a ponerse en marcha para la reconstrucción de Andalucía, ayudadnos a levantar vosotros, los hombres nacidos en cualquier país y que vivais en Andalucía, ayudarnos a levantar nuestro pueblo. Si sois españoles, por España, y si sois extranjeros, por la Humanidad. En Andalucía no hay extranjeros.»

Pero ser andalucista no era para Blas Infante, como tampoco lo es para el PSA, haber nacido en Andalucía. Ser andalucista es creer en su pueblo, amar a su pueblo y trabajar por su pueblo. Entonces y sólo entonces se tiene el derecho adquirido a enarbolar la bandera verde, blanca y verde y sólo entonces se tiene derecho a reivindicar el legado histórico que Blas Infante dejara al pueblo andaluz.

Legado que, por cierto, dejó muy claro, tanto en su significación como en sus objetivos. Porque para considerarse andalucista y heredero de Blas Infante, hay que ser capaz de afirmar con él que «no hay orden social perma nente y verdadero si, previamente, no se establece el orden económico, que no es otra cosa que el derecho igual de todos al uso de los elementos naturales y al disfrute exclusivo por cada cual de los productos de su trabajo». Y hay que estar de acuerdo con él en que « ha llegado la hora de que el privilegio muera y de que el hombre se emancipe del yugo del hombre».

Sólo aquel que sea capaz de poner su firma debajo de esas palabras, y sólo aquel que ponga todos sus esfuerzos al servicio de la tarea de liberar del yugo a los hombres y mujeres de Andalucía, tendrá derecho a llamarse andalucista.

Y eso es lo que venimos haciendo desde hace años y seguiremos haciendo los hombres y mujeres del Partido Andaluz. Y por eso nos sentimos orgullosos de llamarnos andalucistas y herederos de Blas Infante. Porque su herencia, incluso, nos ha sido formalmente transmitida, desde que, en mayo de 1978, la Junta Liberalista de Andalucía, creada por Blas Infante, se integró en el PSA, y desde que, de la mano de su presidente, Juan Alvarez-Ossorio, hoy candidato al Senado por el Partido Andaluz, recibimos la bandera, el escudo y el himno de Andalucía, obra amorosa del propio Blas Infante, y recibimos el legado de su quehacer histórico.

Sin embargo, el PSA, el Partido Andaluz, sabe que ni la bandera, ni el escudo, ni el himno de Andalucía pueden ser patrimonio, exclusivo de ningún partido político, sino que éstos, lo mismo que el legado del padre de nuestra patria andaluza, petenecen a todos los andaluces. Pero a todos los andaluces que de verdad amen a su tierra y luchen por ella, con o sin elecciones a la vista.

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