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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

La ayuda a la prensa

CADA VEZ que en los periódicos se habla de la ayuda del Estado a la prensa existe la impresión de que nuevamente se trata de adoptar la actitud pedigüeña, tan tradicional en otros tiempos, que recaba determinados privilegios o prebendas, con cargo al fondo oficial de reptiles, a las empresas de prensa o a los periodistas. Y, sin embargo, la prensa española -como la europea en general- atraviesa desde hace tiempo por una larga crisis de la que será probablemente imposible salir, no ya sin la ayuda del Estado, sino, sobre todo, si las autoridades de la Administración siguen empeñadasen poner toda clase de obstáculos para el desarrollo de la prensa plural y libre que exige una democracia.Ayer no fue aprobada, como se esperaba, en Consejo de Ministros una línea especial de crédito para la renovación del obsoleto equipamiento industrial de muchos periódicos. Esta medida, plausible, pero insuficiente en sí misma, era la respuesta mínima a las exigencias razonables y en algunos casos perentorias de los editores de periódicos, y ni siquiera ha sido aprobada. El lector debe saber que la prensa española trabaja con una materia prima -el papel- cuya fabricación nacional no resiste la competencia en calidad y precios con el extranjero; sin embargo, es amparada y protegida por el Estado so pretexto de razones estratégicas que no deseamos analizar ahora, otorgándole una situación de monopolio al resultar consumo obligatorio para los diarios, mientras que la importación de papel prensa extranjero está sometida a cupos oficiales y altos aranceles. Por otro lado, el Estado es de una insensibilidad notable respecto a las demandas de tarifas preferenciales para los medios de información en transmisiones y correos y absolutamente inoperante en lo que podría ser la creación de una red de distribución nacional que facilitara la venta de los periódicos y extendiera la costumbre de la lectura. La voracidad de la televisión oficial consume un tercio de todo el mercado publicitario nacional, en régimen de monopolio y a precio de orillo, distorsionando la transparencia del sector y dañando gravemente a las publicaciones más débiles. Y no queremos añadir, por último, pues no nos guía el afán de polémica, el hecho de la existencia de una cadena oficial de periódicos altamente deficitaria y que perjudica sobradamente a la libertad de iniciativa y de expresión que la Constitución dice garantizar.

Mientras tantos, hemos visto desaparecer semanarios como Cuadernos para el Diálogo, Posible o la Actualidad Española, contemplamoscómo los periódicos son fruto de compraventas entre grupos políticos y financieros sin ningún tipo de escrúpulo hacia los derechos del lector y somos testigos de la decrepitud de todo un sector de primera importancia para el establecimiento de una sociedad civilizada y moderna.

La prensa libre y plural es una condición básica de la existencia de un sistema democrático y debe ser apoyada desde el Estado, sin diferencia de ideologías ni acepción de criterios parciales. Lo que reclamamos es un sistema de ayuda institucional y objetivo que no coarte en modo alguno la línea editorial de las publicaciones y la desaparición de obstáculos arbitrarios al desarrollo de los periódicos. Cuando el Estado español va a gastar más de 30.000 millones de pesetas en sus empresas de información, tan controladas todas ellas por UCD, con tan poco respeto por la dignidad y la responsabilidad de los profesionales que trabajan en ellas, creemos que no debe olvidarse hasta qué punto los diarios y revistas han colaborado al tránsito político en paz de nuestro país. Y hasta qué punto también ha de ser necesaria una prensa sólida y fuerte cara a los años venideros.

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