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La decisión sobre los extranjeros queda en manos de Porta y los clubs

Castejón y Porta se entrevistaron en la mañana de ayer en el Consejo de Deportes. Hablaron, entre otros temas, sobre las tan debatidas «instrucciones aclaratorias» de Castejón, que éste se empeña en calificar de claras. Castejón deja en manos de Porta y los clubs, y así se lo hizo saber ayer, la responsabilidad sobre la decisión final.

Castejón explicó al término de la entrevista que no entiende el revuelo que se ha armado: «Se trata -insistió otra vez- de unas meras instrucciones aclaratorias en las que el Consejo no pretendía otra cosa que expresarle a la Federación su criterio. El criterio del Consejo es el de que el fútbol, como todos los demás deportes, debe preocuparse más de la promoción. Y nosotros pensamos que un buen camino para prestar mayor atención a la promoción serían esas normas. Si la Federación las sigue, bien; si no, también. Puede hacer lo que quiera.»

El caso Cruyff

Castejón niega que las instrucciones fuesen confusas, niega que fueran anticonstitucionales, dice que no se han leído bien, que no se han interpretado bien, niega una y otra vez que sean unas normas: «La Federación es soberana en su deporte, como todas las demás. Sólo está por debajo de las federaciones internacionales de su deporte. El Tribunal Supremo lo ha explicado claramente en su reciente resolución del caso Cruyff. El Barcelona había recurrido contra una sanción impuesta a Cruyff por su expulsión en aquel tristemente célebre partido que arbitró Melero. Su recurso ha terminado en el Supremo, que ha establecido la soberanía de la Federación en estos temas. Aquí nos estamos quejando continuamente de las estructuras autoritarias que han regido al país hasta ahora, pero seguimos conduciéndonos como si las echáramos en falta. »Si en ningún momento se pretendía que estas instrucciones fueran unas normas, ¿por qué Castejón las rodeó de esa solemnidad?, ¿por qué permitió anuncios de que se iban a dar a conocer de un día a otro, para hacerlas públicas tras haberse creado una fuerte expectativa?, ¿por qué, si se trataba sólo de hacer constar su criterio a Porta, no se limitó a explicarle a éste lo que pensaba? Castejón justifica todo esto: «Nada de solemnidad. Soy la persona menos solemne que exista. Las hice públicas porque pensé que interesaban al aficionado La solemnidad se la ha dado la prensa y el enorme interés que despierta el fútbol. Yo estoy metido ahora en asuntos para mí más importantes, pero los periodistas sólo vienen a preguntarme por las dichosas instrucciones. Insisto: se trata sólo del criterio del Consejo; un criterio que damos a conocer a la Federación. Esta es quien decide. Y lo que ella decida tendrá vía libre. Ella será después la responsable de los progresos o atrasos de la promoción del fútbol, como lo será del papel que haga la selección en el Mundial 82.»

La norma del 75

El día 11, como es sabido, Porta se reunirá con los presidentes de los clubs. Al final serán Porta y los clubs los que resuelvan, así que apañado va el fútbol español. Sólo hay que recordar que han sido ellos los que lo han llevado a este estado. La política de Porta ha sido la de conceder todos los caprichos de los grandes. Los presidentes de los clubs no han sabido hacer otra cosa que arruinar cada uno a su club, con honrosas y raras excepciones, olvidarse de la cantera y cumplir, como con un rito sagrado, con la sagrada obligación de traer cuantos extranjeros han podido y a cualquier precio.Por las encuestas realizadas, todo parece apuntar a que será respetada la norma dictada en el 75, y cuya entrada en vigor estaba prevista precisamente para el comienzo de la temporada próxima: cada club podrá disponer, como máximo, de dos jugadores no seleccionables. A los españoles que, como Wolff, Ayala, Carnevali o demás han cometido la grave falta de jugar al fútbol lo suficientemente bien como para haberjugado en la selección de su país de origen, les discrimina y perjudica esa norma, pero de esto no es fácil que se preocupe el sanedrín de presidentes que se reúna en tomo a Porta. Ni mucho menos éste.

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