Contra Luis Aguilé
No sabemos si es un error, una mala información, una broma pesada, una venganza o una simple, vulgar y habitual torpeza la que ha motivado el que hoy, viernes 22 de diciembre, nos haya tocado en suerte, a los habitantes de este país sin mayor oficio, el premio de tener que soportar de nuevo a ese insufrible Luis Aguilé en la inefable televisión. Que el cielo confunda a las fuerzas ocultas y visibles que impidieron la huelga, la esperada huelga, hasta hoy.Se puede hablar de muchas cosas: las cualidades teatrales de los «actores», por ejemplo, el finísimo sentido dramático de los diálogos, la maravilla de las voces (en play back, por supuesto), la oportunidad del secuestro de Massiel, etcétera. Se pueden decir muchas cosas" decimos, pero sólo una nos, ha parecido que mereciera una carta a su periódico. (Carta que, por otra parte, no leerán los que deben: nos tememos que los lectores de su periódico seamos, director, unos cuantos masoquistas que nos leemos unos a otros, exponiendo críticas y dudas, sobre todo dudas, dignas del mejor teatro del absurdo. Pero no porque seamos VIadimir y Estragón, sino porque Godot, como en la obra, no llega nunca.)
A lo que íbamos. Una pregunta, sencilla, que debería poder contestar cualquier mando medio de TVE: ¿cómo es posible que se pueda conceder más de un programa a ese Travolta sin película, cantante de carátula de disco, mechón a lo Elvis Presley, pero menos, extracto del jugo de la esencia de la cursilería, que es Luis Aguilé cuando se pone en su mejor momento? No esperamos su respuesta, pero comprendemos su buena intención.
