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El control antidoping del fútbol supondría un gasto insignificante

La realización del control antidoping en el fútbol no supondría unos gastos cuantiosos, como ha afirmado Pablo Porta cuando a raíz de unas recientes y desafortunadas declaraciones de Juanito se ha reavivado el tema. Por contra, podría llevarse a efecto con un gasto insignificante. Si no se realiza es porque la Federación no lo quiere, y no porque no sea viable.

Cuando surgió la cuestión, la Federación afirmó que el control antidoping supondría una inversión imposible, porque implicaría la instalación de gran número de laboratorios. Sin embargo; el CSD dispone de un laboratorio de análisis antidoping en Madrid -únicos en España- al que recurren todas las federaciones que lo desean cuando necesitan hacer algún control. Ciclismo, atletismo, halterofilia, piragüismo y remo acuden a este servicio cuando lo desean. No es preciso instalar ningún laboratorio volante en el lugar de la competición: se toman muestras de orina a los deportistas y se transportan a Madrid sin necesidad de otra precaución que transportar los frascos a baja temperatura, para lo cual se puede utilizar una nevera portátil de las más sencillas.En el caso del fútbol, podría simplemente escogerse cada semana unos pocos partidos -uno de Primera, uno de Segunda y uno en cada grupo de Segunda B podrían bastar-; la elección podría efectuarse por sorteo y en secreto, de forma que los clubs controlados no supieran hasta después mismo del partido de es te control. Si se tomaran muestras de tres jugadores por equipo, eso daría un total de veinticuatro muestras para analizar en el curso de la semana, cantidad que es perfectamente asimilable por el laboratorio del CSD, actualmente utilizado muy por debajo de sus posibilidades.

El importe de todo ello no sumaría más que los gastos por desplazamiento de los cuatro delegados federativos correspondientes, uno por cada partido. A eso podrían reducirse los cuantiosos gastos que anunció la Federación. El problema no es de dinero, sino de interés en llevarlo a cabo. Lamentablemente, la Federación de Fútbol está regida por uno de los presidentes más retrógrados del deporte español -lo que ya es decir- y por eso no parece fácil que la solución se lleve a cabo.

En cualquier caso, el control antidoping ofrece problemas. Haría falta una normativa de sanciones en la que es preciso hilar fino, pues no hay que olvidar que el deportista profesional necesita de su actividad para vivir, y es difícil determinar sanciones justas para una acción como el doping, en la que el deportista asume voluntariamente un riesgo para obtener un mayor rendimiento deportivo. Y puede existir también el caso del deportista dopado contra su voluntad, porque su entrenador o cualquier persona perteneciente a su club le ,haya hecho ingerir las sustancias prohibidas sin él saberlo. Casos como este se han dado en otros deportes, y podría estarse dando también en fútbol.

Sin embargo, y a pesar de los problemas que suscita, es necesario el control antidoping, en el fútbol como en otros deportes, y cuanto antes mejor. La falta de este control hace que el doping se extienda, que se eleven gracias a él los niveles de rendimiento fisico y que todos se vean obligados a doparse para estar a la altura de los contrarios. Es esa la rueda que conviene frenar. Existe la seria sospecha de que en el fútbol español se utiliza el doping con cierta frecuencia, y si es así nunca va a desaparecer por sí solo, sino que, por el contrario, va a ir a más, con el correspondiente daño para la salud de los jugadores. El ciclismo esperó acaso demasiado para combatir el doping, y eso costó alguna desgracia. Sería lamentable que en el fútbol hubiera que esperar también a que se produzca una desgracia grave para tomar las medidas que hubieran debido evitarla.

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