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El Madrid se apoyó en el contraataque para ganar

Sin desplegar todo su juego y sin alcanzar, ni mucho menos, un buen nivel, pero aprovechando siempre las facilidades que le dieron, el Madrid venció a un Barcelona que no justificó su buena marcha en la Liga y que no dio nunca sensación de conjunto con solidez y entidad.Corbalán-López Abril, Brabender-Flores, Iturriaga-Ansa, Rullán-Sibilio y Meister-Guyette fueron los emparejamientos defensivos en uno y otro equipo. A lo largo del encuentro blancos y azulgranas se vieron obligados a recurrir a la defensa de zonas por distintas circunstancias. Pese a que el Barcelona tomó la iniciativa, no tardó en verse que en la cancha sólo había un posible ganador: el Madrid. Mejor rebote y dirección. Mayor eficacia ofensiva y más orden. Además, en el equipo de Sainz hubo más codicia e ímpetu. Su rival apareció desdibujado y medio perdido. El mal era fácil preverlo, pero Kucharski no puso ningún remedio pese a que después tanto Epi como De la Cruz demostraron que no son carne de banquillo. La defensa era muy floja y, por si fuera poco, el balance a la hora de parar los contraataques, nulo. Contraatacando se fue el Madrid a esos 55 puntos del primer tiempo que dejaban resuelto el encuentro.

El Barcelona hizo demasiadas concesiones y ese lujo nadie se lo puede permitir en el Pabellón. Además, el técnico azulgrana no supo aprovechar las ocasiones, y cuando el Madrid se quedó con Meister como único pivot y con cuatro faltas, Guyette estaba sentado. Sólo cuando Corbalán, Rullán y Meister estaban eliminados reaccionó el Barcelona y acortó distancias de forma importante cara a la segunda vuelta.

El Madrid no mostró la fuerza y la solidez de épocas anteriores, y quizá el principal síntoma sea el que después de ir ganando por veinticinco puntos nada más empezar el segundo tiempo no se despegase definitivamente para acabar venciendo de forma arrolladora. Algo le falla en la recta final para «marcharse» con autoridad y sin paliativos. Y eso que el domingo Cristóbal, con una memorable actuación, le resolvió la papeleta a su equipo. Tener en un equipo un jugador como Cristóbal es, primero, una garantía, y después, un seguro que responde cuando nadie se acuerda de lo que tiene.

Algo parecido pasó con De la Cruz en un Barcelona que adolece de agresividad en el rebote. Ayer, además, le faltó dirección de equipo dentro y fuera de la cancha, y Ansa y Flores no fueron los aleros anotadores de otras ocasiones. Guyette ni Sibilio, especialmente éste, no dieron su talla. Todo esto no hace sino conceder en cierto modo posibilidades a los azulgranas cara a la segunda vuelta.

Del partido, en fin, hay que quedarse con unos pocos minutos del primer tiempo, en que la rapidez de los contraataques, arma esta que dio el triunfo al Madrid, y la feroz lucha bajo los aros con tapones de todos los estilos, hizo vibrar al público del Pabellón, que sigue acudiendo al baloncesto fielmente, pero sólo cuando le ofrecen algo interesante. Y como protagonista de estos momentos felices, Brabender, que fue el de siempre. Este es el mayor elogio que se puede hacer de él a la hora de contarlo entre los destacados. Por su parte, Meister sigue, en cuanto a rebotes se refiere, dando la razón a su entrenador, y el domingo colaboró eficazmente en la victoria de su equipo.

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