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"Con el presupuesto asignado no se puede realizar una labor social efectiva"

La marginación cultural a que se ha visto sometido el aluvión de inmigrantes de nuestra ciudad, la falta de guarderías, la despoblación rural de nuestra provincia, un notable empobrecimiento de los servicios públicos en dichas zonas y, en general, la concentración espacial de la población en nuestras ciudades, y en especial Madrid, no ha ido acompañada de la dotación de servicios sociales y culturales necesarios. José Antonio García Margallo, director general de Desarrollo Comunitario, explica esto en la falta de presupuesto que debe de sufrir su departamento.

La Dirección General de Desarrollo Comunitario tiene ante sí la compleja, extensa y difícil labor de crear e impulsar un proceso de animación y participación en todos los aspectos en los núcleos de población, tanto urbanos como rurales. Eso quiere decir la creación de centros sociales, aulas de la tercera edad, centros de planificación familiar, atender a los problemas de la infancia y la familia, fomentar las actividades culturales y participativas en los barrios y zonas rurales. Para esta ingente tarea se cuenta, en 1978, con un presupuesto de 325 millones de pesetas (seis millones por provincia). José Manuel García Margallo ha pedido al Ministerio de Hacienda un importe, para 1979, de 1.300 millones de pesetas. Se lo han dejado en 359 millones. La postura del señor Margallo es precisa, y no tiene más remedio que serlo: o se destinan más fondos o habrá que empezar a recortar y suprimir actividades.La Dirección General de Desarrollo Comunitario se ramifica en tres, subdirecciones: Bienestar Social, Condición Femenina y de la Familia. En esta última entran tres aspectos diferenciados como son la cuestión de la familia propiamente dicha, la infancia y la tercera edad. En palabras del director general, señor García Margallo, la idea de crear un departamento llamado Desarrollo Comunitario es nueva en España, y su objetivo último «es conseguir que el individuo abandone su postura de observador del proceso de crecimiento social y pase a ser partícipe del mismo».

«Es indudable -añadió- que el concepto de un desarrollismo pu ramente económico y material ha llevado a unos desajustes graves que afectan a las personas, presuntos beneficiarios de esos logros Hay que superar el aislamiento del individuo, el restablecimiento de la trama social, de las interrelaciones personales en actividades y proyectos comunes. Está situación es particularmente palpable en ciudades masificadas, como Madrid. El Estado no puede quedar al margen de la calidad, de vida de los ciudadanos, entendida no como la posibilidad de adquisición de bienes materiales, sino como un desarrollo armónico de la perso nalidad del individuo. En este sen tido habría que conjugar al máxiino la intervención estatal, dirigida a la prestación de servicios, con el máximo de participación ciudadana, como protagonistas directos de las iniciativas colectivas.»

Madrid, ejemplo típico de degradación

Madrid sería un ejemplo típico de esta degradación de la vida espiritual de sus habitantes. El aluvión de inmigrados origina una marginación cultural, la concentración espacial de la población no .ha ido acompañada de la dotación de servicios necesarios, la falta de guarderías condiciona las posibilidades de realización personal de las mujeres casadas, la despoblación rural ha motivado un notable empobrecimiento de los servicios públicos en dichas zonas, dando lugar a un sistema social desigual entre campo y ciudad, la tasa de actividad laboral femenina es muy inferior a la de otros países socialmente más avanzados, etcétera. Un capítulo, aparte merece la consideración de la situación de las personas que llegan a lo que se ha dado en denominar tercera edad. Mientras los avances médicos posibilitan una mayor longevidad, el ritmo de la sociedad industrial hace que el período productivo, creativo, de las personas se acorte considerablemente, y quedan una serie de años en los que la vida se convierte. en algo sin sentido, aburrida.A estos efectos, y no sólo en Madrid, sino a nivel estatal, la Direccion General de Desarrollo Comunitario ha establecido conveníos con el Ministerio de Educación para la enseñanza a personas adultas, aspecto que en los suburbios de Madrid adquiere gran importancia. Se han firmado convenios con el PPO para que en los centros sociales se impartan cursos de aprendizaje profesional; ton el SEREM, para atender a los niños necesitados de educación especial; con Sanidad, para montar una red de centros de planificación familiar, etcétera. Orientadas a la tercera edad funcionan en Madrid dos aulas, en las que se realizan actividades culturales y recreativas. En ocho barrios diferentes de la periferia madrileña se han montado otros tantos centros sociales regentados por los propios vecinos en colaboración con los funcionarios del Ministerio de Cultura, y, entre otros proyectos más, se quieren editar fólletos y campañas informativas orientadas a aspectos diversos.

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