_
_
_
_

El Atlético de Madrid sólo mandó un tiempo

El Atlético volvió a perder la gran oportunidad de una victoria fuera de casa, después de llevar claramente encarrilado el encuentro con dos goles antes del descanso. Tras un primer tiempo en que dio el tono de entidad y armazón con el veterano Alberto otra vez de pieza indiscutible, se fue difuminando en la continuación ante un Salamanca arrollador, que quizá hubiese sacado mejor resultado aún de haber abierto más el juego por sus buenos extremos, Félix -después, Juanito- y Báez. De cualquier forma, el Atlético se vio perjudicado por el tremendo error de Pereira en el primer gol, que le hizo ya jugar con el miedo del posible empate.La efectividad atlética antes del descanso no pudo ser mayor. En su segundo tiro a puerta logró el primer tanto y en su tercero, el segundo. Sólo Rubio, a los diecisiete minutos, había lanzado fuera, demasiado cruzado, tras un fallo en la entrega de Báez. En realidad, el equipo rojiblanco no había necesitado más, pues con su juego reposado se bastaba para frenar las acometidas imprecisas de su rival. Buena prueba de este mal juego salmantino fue que tampoco el cuadro charro contó con ocasiones de peligro hasta el cuarto de hora de partido, cuando un centro de Báez, enjugada muy bonita por el extremo, lo cabeceó Félix junto al poste izquierdo y Navarro se lució en una,de las muchas ocasiones que tuvo para ello. Inmediatamente después el mismo Félix tiró mal, como Báez, tras un fallo de Capón, que se veía más apurado que Marcelino -normal- para contener a los rápidos extremos rivales.

Los dos goles atléticos, casi seguidos, acabaron de hundir en la miseria técnica al Salamanca. Incluso Ayala, que marcó un gol como hacía siglos no marcaba, ayudó bien a la media, pese a la pegajosidad de Corominas, mientras Guzmán contenía a Ángel, Alberto al más tosco, Amarillo, y Leal, con mejor inspiración que veces pasadas, a Enrique. El equipo parecía tener un aire distinto, por aquello de que a entrenador nuevo victoria segura. Hasta el descanso, incluso Rubén Cano, sólo como siempre -pues Rubio es más ruido y endeblez que nueces- pudo marcar en dos ocasiones, con el Atlético jugando a gusto al contraataque.

Lo que rompió su ritmo fue el fallo de Pereira en el primer gol nada más iniciarse el segundb tiempo -ya había «avisado» momento antes- y a partir de ahí todo fue ataque sin tregua del Salamanca, que mereció largamente el em pate. La fuerza del Atlético fue desapareciendo poco a poco y has ta Castronovo fue peligroso entonces. Menos mal que Navarro evitó el empate antes, al menos en cuatro ocasiones, porque, si no, los once minutos desde la consecución del segundo gol no se hubiesen salvado sin otro. La lesión de Leal acabó de hundir la poca fuerza centrocampista y la delantera atlética no existió. Entre la niebla pudo dar gracias el Atlético que se llevó un positivo.

En otro orden de cosas, cabe añadir que la alegría de Pereira, intolerable a todas luces, y que viene a confirmar, a poco tiempo del «affaire», su falta el día que cayó Héctor Núñez, puede convertirse otra vez en problemas. Tanto Ayala como Leal, al menos visiblemente en el campo, se lo recriminaron duramente. Sus sonrisas han cansado ya a muchos compañeros y desde luego no está bien jugar con el sudor de los demás. Es una lástima que un jugador de su calidad tenga semejantes lagunas, porque su presencia, al margen de ellas, parece indispensable. El Atlético, de momento, no tiene banquillo del que echar mano con suficientes garantías y la verdad es que ya puede sentirse satisfecho con ocupar la cuarta plaza actual en la Liga. Como la marcha de los demás no es boyante, en eso sí ha tenido suerte.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_