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Entrevista:

"EI problema urbanístico de Madrid es más institucional que técnico"

«El problema urbanístico de Madrid, además de financiero, es institucional, más que técnico», declaró a EL PAIS Nuno Portas, ex secretario de Estado portugués de Urbanismo y Vivienda, que participó ayer, como personalidad destacada, en las Jornadas sobre Vivienda que, patrocinadas por la Federación Provincial de Asociaciones de Vecinos, se han venido desarrollando desde el pasado jueves.

Nuno Portas, 44 años, divorciado, padre de tres hijos, uno de los más destacados urbanistas con que contaba Portugal con anterioridad al 25 de abril de 1974 y uno de los primeros especialistas europeos en la materia, se convirtió, tres semanas después del golpe de Estado que propició la Revolución de los Claveles, en secretario de Estado de Urbanismo y Vivienda, cargo en el que permaneció por espacio de once meses. Anteriormente había estado vinculado a la Administración dentro de un departamento de investigación sobre problemas de urbanismo y vivienda, dedicado fundamentalmente al estudio de métodos de trabajo para los arquitectos y urbanistas. Después de dejar el cargo fue excluido de sus tareas profesionales hasta que fue rehabilitado por el segundo Gobierno constitucional de Mario Soares. Militante de una asociación de carácter socialista hasta que ésta se integró en el PSP, se considera «socialista democrático, no socialdemócrata».Pregunta. ¿Cómo han de aplicarse las teorías urbanísticas a la gran ciudad actual?

Respuesta. La primera idea que surge es la de rechazar la idea de que los problemas urbanísticos se resuelven a corto plazo, gracias a grandes proyectos: grandes remodelaciones, construcción de autopistas, viaductos, grandes demoliciones o construcción de ciudades satélites. Lo que hay que hacer es ser consciente con este período de crisis, austeridad, reducción de créditos. En Portugal, por ejemplo, hubimos de paralizar, después del 25 de abril, los grandes proyectos que corrían por los despachos ministeriales porque esos grandes proyectos creaban más problemas de los que solucionaban. No hay ninguna solución preestablecida para aplicar las normas urbanísticas a las grandes ciudades ya existentes. Lo único que hay que hacer es tener presente, en el momento de analizar una solución concreta a un caso concreto, los efectos colaterales que esa solución puede tener.

P. ¿Cuál puede ser el futuro de una gran ciudad?

R. Soy modesto al plantear esto. Se ha dicho muchas veces que no hay solución para la gran ciudad si no es en un plan regional que evite su crecimiento. Pero la verdad es que ningún país ha conseguido crear una alternativa válida, ni aun en los países socialistas (y todos estamos pensando en el ejemplo de Moscú). Realmente pienso que la saturación de una ciudad (y ese es su mayor problema) funciona como la saturación que se puede dar en una autopista: si se crean alternativas que solucionen el problema momentáneamente, lo que se hace es atraer a más gentes. Es decir, no tengo ideas firmes sobre esto. Creo que la ciudad no va a ninguna parte, pero, de todas maneras, esa es una pregunta constantemente abierta.

(A la entrevista asiste el arquitecto y urbanista español Eduardo Leyra, que tercia: «De todas maneras, el futuro de la ciudad está en la política agraria que se desarrolle y en el atractivo que, de acuerdo con ella, ejerza la cludad.»)

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P. ¿Cuál es su opinión sobre el urbanismo madrileño?

R. Sería muy fácil decir que Madrid tiene todos los defectos de la metrópoli movida por los intereses del capital. Yo creo que los problemas de Madrid están más dentro del orden institucional. La solución urbanística para Madrid vendrá a partir de las elecciones municipales. Estamos dentro de una época de urbanismo de austeridad y, en él, se han de dar pequeñas operaciones puntuales en las que se reutilice más lo que existe en lugar de poner en funcionamiento grandes masas de capital. En todas las ciudades pasa lo mismo: no creo que Madrid necesite otro gran plan director, sino estructurar instltucionalmente la ciudad, que ya es muy grande, en pequeñas áreas de planificación que, en determinados casos (como, por ejemplo, el transporte), actúen coordinadamente.

P. ¿Qué papel ha de jugar el movimiento ciudadano?

R. El movimiento ciudadano, tanto en Portugal como en España, se organiza sobre problemas muy concretos de su vecindad, y exige, para esos problemas, soluciones inmediatas. Yo creo que el movimiento ciudadano ha de plantearse como un enfrentamiento al poder, pero teniendo en cuenta que, en determinadas situaciones, ha de pactar con él, de tal forma que no se integre en el aparato del Estado, pero que sí absorba determinadas gestiones, como delegación de la Administración.

P. ¿Está institucionalizada, en Portugal, la existencia del movimiento ciudadano?

R. Sí. La propia Constitución ya plantea la necesidad de exijstencia de las llamadas organizaciones populares de base territorial. Pero se reconoce su independencia, aunque no legislada, con lo que puede ser una oposición o un apoyo, según el momento, para el Estado. Además, la transferencia de funciones del Estado a los vecinos puede hacerse en función de que las propias entidades vecinales adopten una estructura cooperativa.

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