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Las dos tendencias masónicas de Francia cambian a sus líderes

Las dos principales obediencias masónicas francesas por la importancia de sus efectivos acaban dérenovar su dirección con motivo de la celebración de su convent (asamblea general) anual. El Gran Oriente de Francia (GO) reeligió como gran maestro a Michel Baroin, 47 años, presidente de la Garantía Mutua de los Funcionarios. La Gran Logia de Frangais (GLF), 12.000 miembros, eligió gran maestro a Michel de Just, 44 años, hijo de Julio Yuste, vicepresidente de la República española y ministro de Justicia del Gobierno republicano, exiliado en Francia tras la guerra civil. Feliciano Fidalgo, expone los trazos actuales de la masonería en Francia.

Todopoderosa en tiempos de la III República, ladeada durante la IV, mirada por encima del hombro por el general De Gaulle, ignorada por el señor Pompidou, condenada por la Iglesia católica, reconsiderada trás el Concilio Vaticano II, la masonería francesa parece haber terminado la travesía de su desierto. Las elecciones de los grandes maestros, hace tres días, de las dos primeras logias de Francia, el GO y la GLF, han dado lugar a bravas escaramuzas entre los dos elegidos y alguna prensa que se ha extendido sobre las batallas políticas que se han librado en el seno de ambas obediencias para llegar al resultado final. Los dos «grandes maestros» se ha sulfurado: «La franemasonería no es de derechas, ni de izquierdas, ni de centro. Nosotros no seguimos a nadie. Nosotros no podemos ser conservadores porque practicamos la investigación permanente. Estamos por encima de las iglesias, de los partidos y de los sindicatos», sentenció el señor Baroin, «gran maestro» del GO, y el señor De Just, su homólogo de la GLF, añadió: «La franemasoneria, que no es una sociedad política, sino una sociedad iniciática y tradicional, no puede serjuzgada a partir de criterios de orden político.» Las severas apologías sobre el apoliticismo masónico, hoy como en otros tiempos, no han serIvido de gran cosa. Es decir, en primer lugar, la polvareda que se ha levantado en torno a esa sombra masónica quemará a no pocos, es el cerebro gris de las grandes decisiones de estado, probaría, en primer lugar, que el renacimiento de la orden es un hecho: su carácter iniciático, secreto, esotérico, fuerza la sonrisa irónica de unos, irrita a otros.¿Apolítica la masonería francesa, compuesta esencialmente por miembros de profesiones liberales y funcionarios? Los franceses en general no lo entienden así. Y estos últimos días se ha hecho balance de datos diversos y más o menos recientes que pretenden contrariar las profesiones de fe políticas de los «grandes maestros». El presidente, señor Giscard d'Estaing, en vísperas de su elección a la magistratura suprema, en 1974, fue recibido pomposamente en la GLF. Los líderes nacionales socialistas, Jean Pierre Chevenement, Michel Rocard, Pierre Mauroy, el gaullista Jaeques Ch.irac, entre otros, también han creído oportuno manifestarse en las logias masónicas para satisfacer la curiosidad de los hermanos. Tres miembros del Gobierno actual pertenecen a la masonería. El senador Henri Caillavet, que se hizo célebre al proponer hace algunos meses «el derecho a escoger el momento de morir» (propuesta que se supone elaborada en las logias del Gran Oriente, del que el senador es gran dignatario), abandonó en 1975 su partido de los radicales de izquierdas y se supone que el presidente, señor Giscard, pretendió usarlo para que influyera en su obediencia, de mayoría socialista y radical, con el fin de reunificar a los radicales y facilitar así su estrategia centrista. Hace ahora un año, el señor Giscard recibió discretamente a seis grandes maestros masónicos, franceses y extranjeros, para discurrir sobre «la defensa del mundo libre». En vísperas de las últimas legislativas, cuando aún se sospechaba que la izquierda podía llegar al poder, era en las logias en donde se perfilaba «la continuidad republicana» entre miembros de la mayoría de la oposición. En esta época sólo en las logias subsistía un diálogo entre hombres de derechas y de izquierdas. Etcétera. Lo expuesto no sería incompatible con la razón de ser profunda de la masonería francesa en 1978. Así lo expresa Jean Pierte Bayard, miembro de la GLF, profesor de letras universitario, cuando concreta lo que es la iniciación y el pensamiento masónicos: «La francmasonería es una orden iniciática, tradicional y universal fundada en la fraternidad y en la tolerancia. Su objetivo es el perfeccionamiento de la humanidad, la mejor constante de la condición humana.

El mismo profesor añade que «este pensamiento, cerrado, esotérico, tiene por vehículo el símbolo, un lenguaje mudo que, sin embargo, le habla al iniciado, al que comparte la misma concepción espiritual». Sobre el secreto, que continúa sorprendiendo a los profanos en masonería, el experto señor Bayard subraya: «El secreto es la esencia misma de la iniciación. una sensatez de la profundidad, de una influencia espiritual de la que los ritos son los vehículos, los símbolos de los puntos de referencia que permiten acceder a este conocimiento abstracto, incomunicable.»

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