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Paul Mazursky analiza a la burguesía liberal

Paul Mazursky es, sin duda, uno de los autores cinematográficos de Estados Unidos con un concepto del cine muy próximo al de los autores «europeos». Tras un inicio en el que el director narraba historias ajenas a su vida y preocupaciones inmediatas, sus dos últimas películas tienen una clara proyección autobiográfica. No habla sólo de temas que conoce en profundidad, sino que éstos surgen, prácticamente, en sus recuerdos juveniles (Próxima parada, Greenw¡ch Village) o en su cotidianeidad actual. Tal es el caso de Una mujer descasada, que ya se estrenó en Madrid y que, presentada en el último Festival Internacional de Cine de Cannes, consiguió figurar en el palmarés con el premio de interpretación femenina, otorgado a la protagonista, Jill Clayburh.«Alex in the wonderland fue mi segunda película. En ese tiempo yo tenía una lucha personal para expresarme como artista, y las mayores influencias culturales eran, efectivamente, europeas. Tuve que hacer aquella película casi como un ejercicio de exorcismo, de liberación de mis fantasmas culturales. Tras ella conseguí, creo, mi propio estilo.»

Tras una primera película, que se convirtió en un éxito rotundo de público, Bob, Carol, Ted y Alice, Mazursky realizó una reflexión peculiar sobre el mundo de Hollywood, Alex in the wonderland, en la que surgían problemas sociales actuales, como el de la contaminación ambiental. Película de éxito menor, tenía numerosas referencias directas a esa Europa cinematográfica ya señalada (Jeanne Moreau Federico Fellini, etcétera). Posteriormente realizó Harry el tonto, hasta comenzar con su serie autobiográfica.

«Es probable que en dos o tres años retorne a lo fantástico, a las películas en las que no analice temas tan próximos a mi vida como en mis dos últimas obras. Por lo que se refiere a influencias de cineastas extranjeros, creo que es imposible desarrollar una carrera profesional sin ellas. A mí, personalmente, me influyeron hombres como Fellini, Rosellini, Truffaut, etcétera. Al principio se admiran, y luego se asimilan. Luis Buñuel es otro de los directores que siempre admiré, aunque resulta imposible imitarle.»

Una mujer descasada muestra, con un gran conocimiento del tema, las relaciones sociales de una alta burguesía liberal y con gran atracción por las artes, lo que podría denominarse una «bohemia de lujo », tan próxima al realizador. Evidentemente, la película no es una encuesta sociológica, pero resultaría difícil alcanzar tal grado de conocimiento de lo mostrado sin ser parte integrante de ello. Mazursky explica su método de selección de temas y tratamientos de los mismos.

«Bueno, al principio, cuando se me ocurre la idea, no me digo: a partir de esto voy a describir mi sector social, pero sí me pregunto quién es la gente que voy a describir. No puedo olvidarme que estoy describiendo un período concreto y una clase social muy concreta que, además, es muy próxima a mi.»

Terror a la madurez

Una mujer descasada muestra los hábitos de comportamiento de los ejecutivos brillantes y agresivos, típicamente americanos, en los que el footing está íntimamente vinculado a ese concepto de la vida en el que la competitividad es parte esencial de la misma. Los aparatos de televisión, encendidos permanentemente en los hogares y en las oficinas de trabajo -probablemente sin sonido, pero encendidos- pueden ser los sustitutos de los ídolos religiosos. La televisión se ha convertido ya en una necesidad cotidiana.

« En estos momentos, en Estados Unidos, muchos ejecutivos ganan cantidades importantes de dinero, lo que les permite vivir muy bien, pero, a la vez, tienen grandes depresiones, quizá por desempeñar el rol de hombres fuertes, un papel, que en verdad resulta muy incómodo. Hay un rasgo característico de los ejecutivos norteamericanos, y es su terror a la madurez, a alcanzar esa edad comprendida entre los cuarenta y los cincuenta años y, por lo que veo, en Europa es todo lo contrario, los hombres maduros están muy satisfechos de serlo. Personalmente, tengo una gran atracción por estudiar el comportamiento del ejecutivo, pues creo que, en realidad, es un ser muy débil. Por lo que respecta a la presencia constante de los televisores enchufados en todas partes, tengo que reconocer que se trata de una realidad. En mi país, la televisión es mucho más importante que las personas, incluso dentro del hogar. Es un desastre, pero es así.»

En las películas de Mazursky, al menos en sus dos últimas, existen unas connotaciones comunes. Se puede hablar de ellas utilizando conceptos como los de «ternura» y «desesperanza». Sus discursos contienen las dosis suficientes de estos dos términos como para presentar un concepto de la vida muy específico y personal.

« Bueno, el concepto mío de la vida es, quiéralo o no, el de un artista. Estoy casado con mi mujer desde hace veinticinco años, tengo hijas y pienso que he podido conseguir esa permanencia del matrimonio gracias a mi trabajo. Para mí, mis películas son como mis amantes. Lo cierto es que en Estados Unidos cada vez se tiende más a la deshumanización de la vida cotidiana. Desde el final de la segunda guerra mundial el proceso hacia esa despersonalización vital es más inflexible. Hubo muchos intentos de revolucionarlo todo, de forma pacífica: la beat generation, los hippies, los movimientos feministas, etcétera. Quizá la próxima revolución la protagonicen los niños, no lo sé, lo que sí sé es que el sistema lo asimila todo, lo absorbe, manipula y engulle y, naturalmente, se vuelven burgueses todos los que en su día levantaron la bandera de la rebeldía.»

«Pese a todo, siempre pienso que existe una puerta abierta, una esperanza, si no me habría suicidado. Aunque sólo sea a nivel mental, pienso que hay puertas abiertas al futuro. Mis abuelos vinieron de Rusia en 1905, eran muy pobres. La puerta estaba casi cerrada. Mis padres vivieron en la depresión de 1930 y, pese a todo, la puerta se abrió un poco más, y así sucesivamente. En ocasiones se vuelve a cerrar, pero, al menos hasta ahora, nunca lo ha hecho definitivamente.»

En la película Una mujer descasada existe una notable diferencia en el comportamiento de los adultos con respecto al de una niña de catorce años, que no sólo tiene su propio código moral -distinto al tradicional-, sino que actúa con un pragmatismo y una madurez superior a los de los adultos.

«Es verdad, creo que las jóvenes generaciones tienen menos confusión de ideas que las otras, saben mejor lo que quieren, aunque no son perfectos. Son, incluso, revolucionarios, porque no tienen problemas morales. Por ejemplo, en el terreno sexual, es probable que la adolescente de mi película viva con uno o dos hombres antes de casarse, si es que se casa. Su madre, una mujer de 35 años, es distinta. Al terminar sus estudios se casó sin esperar a conocerse a sí misma. Creo que entre los quince y los veinticinco años de cualquier individuo, la vida pasa por una fase de exploración de su propia personalidad, si saber muy claramente lo que se anhela, pero él sistema ya obliga a escoger tipos de vida y de profesión, sin dar tiempo a seleccionar. No digo que la gente no se deba casar, pero creo que es mucho más importante el saber quiénes somos y lo que queremos.»

Otra de las características más. positivas del filme de Mazursky, probablemente su virtud principal, es el perfecto conocimiento de los diálogos. Secuencias como la larga charla de cuatro o cinco de las mujeres maduras, en el dormitorio de una de ellas, demuestran la sabiduría psicológica de su autor. En cine, corno en cualquier otro medio de expresión artística, la aparente espontaneidad y frescura, la sencillez expositiva, es siempre el fruto de la sabiduría y la sofisticación en el conocimiento del medio.

«Los diálogos de la película, que a usted tanto le llaman la atención los escribí yo solo, imaginándolos: pero he de confesar que los escribí sobre una experiencia personal de más de quince años de escuchar conversaciones similares a las que muestro en la película. Por mi casa, durante todos esos años, vinieron muchas mujeres, amigas de mi mujer y mías, que comenzaban a hablar de los temas más dispares para cambiar al terreno de los problemas personales, con igual naturalidad y sinceridad. Yo me limitaba a escuchar, y cuando tuve que escribir los diálogos sólo tenía que imaginarme cualquiera de las conversaciones escuchadas durante ese tiempo.»

«En cuanto a mis planes cinematográficos futuros creo que voy a seguir en la misma línea de mis dos últimas películas, es decir, en esa línea personal, próxima, aunque no estoy muy seguro de lo que voy a hacer. No creo que pueda realizar películas ajenas a mí, como Tiburón: Me aburriría mucho antes de terminarla. Me gusta verlas, como espectador, pero no realizarlas.»

«Tengo un proyecto, ya escrito, difícil: una versión contemporánea de La tempestad, de Shakespeare. La tengo pensada desde hace siete años, y me gustaría hacer una gran película con ese tema, siempre en esa línea intimista de la que hablábamos. El proyecto va cuajando, pero quiero esperar un poco más, hasta que cuaje por sí solo. »

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