Los atropellos de las figuras acaban con la afición
La historia de siempre. Y ahí son nada los años que llevamos relatando las mismas peripecias: cuando hay figuras en el cartel llegan los disgustos, las presiones, el baile de corrales y, al final, el escándalo. Así, ayer, en la corrida de feria de Valencia, los toros de Samuel Flores desencajonados no eran reglamentarios en su mayoría y los veterinarios rechazaron cuatro. Del mismo hierro trajeron otro, y los restantes los aportó El Viti que tiene comprada la borreguería esa que llaman de Lisardo Sánchez. Luego resultó que los supervivientes samueles y los sustitutos tampoco valían, y en cuanto saltaron al ruedo se armó la de San Quintín.Pero tanta presión, tanta imposición, tanto trato de favor, tanta ridiculez, ¿a qué vienen? ¿Qué aportan al espectáculo -qué aportaban ayer- esos figurones llamados El Viti y Manzanares? Porque la gran ironía es ésta: que no sólo no llenaron la plaza, sino que hubo la entrada más floja de toda la feria. Ni la mitad del tendido ocupó el público, y, no obstante, antes de empezar la corrida los revendedores ofrecían boletos de barato al que fuera para que no se les quedaran pegados al bolsillo, y seguro que ni aun así los vendieron todos.
Plaza de Valencia
Quinta corrida de feria. Tres toros de Samuel Flores, sin fuerza, uno de ellos inválido total; tres de El Viti (hierro Lisardo Sánchez), de los cuales se lidió sólo uno (primero) y además estaba derrengado; los otros fueron devueltos al corral por cojos. Y dos sobreros (quinto y sexto) de José de la Cove, bien presentados, justos de fuerza, manejables. Hubo gran escándalo por la condición de los toros. El Viti: dos pinchazos y media echándose fuera (protestas). Un pinchazo, otro atravesado, ruedas de peones y descabello (bronca). Manzanares: pinchazo y media atravesada y caída (palmas y también protestas cuando saluda porsu cuenta). Estocada baja y tendida (palmas yalgunospitos). Perrita: pinchazo, estocada atravesada y tres descabellos (silencio). Estocada corta (silencio).
No seremos tan optimistas como para proclamar que el público actual, en concreto el valenciano, se vuelve loquito por el toro-toro, ¡ojalá!, pero hace falta ser muy leño para no caer en la cuenta de que la gente ya está más que harta de que la tomen el pelo los taurinos. Los que ayer se quedaron en casa o se fueron a disfrutar la brisa del mar acertaron de pleno, pues la corrida no tenía otro interés ni otro objeto de retratarse en taquilla y adiós muy buenas. Se veía venir y así fue.
Quienes montaron lo de ayer desde la impunidad (está claro que es desde la impunidad, porque andan sueltos y millonarios), iban por la cartera del cliente, y les importaba un rábano que no vuelva a pisar de por vida el histórico foso. El daño que han hecho al ambiente tauríno valenciano y, a su afición es quizá irreparable, pues materialmente han echado a la gente de la plaza. A ver quién es el guapo que recupera ahora a esta afición escaldada y, por tanto, perdida. A ver quién va a ir a un espectáculo que ya de por sí es caro, con el recelo de qpe puede ocurrir de nuevo ( y ocurrirá, ¿qué nos apostamos?) lo de los samueles, los lisardos, la vaca que los echó al mundo y toda la bulla de los almohadillazos y los botes de cerveza, entre plato y plato de aburrimiento mortal.
El primero de la tarde, lisardo él, se caía; el tercero, die Samuel, era un inválido absoluto que levantó las iras de la escasa concurrencia; el quinto, otro lisardofue devuelto al corral por derrengado y el sobrero, de José de la Cova, atún estaba más cojo; al sexto, un inútil lisardo más, se lo llevaron los inansos también. El Viti puede cambiar sin problemas el nombrede este ganado para ponerlo al día y llamarle de Lisiado Sánchez, que queda más propio. Lo celebraremos si lo hace.
De calidades toreras para qué vamos a hablar, pues no las hubo. Las figuras pegaron el petardazo. Manzanares recorrió ritiedio ruedo de acá para allá varias veces para enjaretarle pases al manejable samuel que le correspondió en primer lugar, el cual era inofensivo, con tendencia a irse suelto. Una figura de su talla (que dicen) no era capaz de somterlo. Al quinto, muy flojo, le dio un trasteo tan aburrido como era el toro, y si algo hay que salvar digamos dos pases de pecho (con la derecha) y eso es todo.
El Viti probaba mucho y se confiaba poco. El serio señor nos hacía pasar las horas muertas contemplando sus curiosas maniobras para estacionar al toro. Parnita trabajó en dos largas faenas, una al gran inválido, entre broncas y continuas panzadas que se pegaba el pobre animal, y otra sin entrega al último sobrero, que no tenía codicia, aunque era manejable.
La murga dicha acabó cerca de las nueve, que ya está bien. Pero, ¡cuidado!, hoy vuelven El Viti y Manzanares, esta vez con osbornes.
Una de aspirinas, tenga la bondad.
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