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Borrachera de golpes

Todos los boxeadores son protagonistas de una enfermedad que los críticos norteamericanos bautizaron hace ya muchos años con el nombre de «punch drunk», es decir, «borrachera de golpes». El «punch drunk» no es otra cosa que la hemorragia cerebral. La repetición de los golpes en la cabeza hace que el cerebro golpee contra la pared interior del cráneo. Cuando un golpe es suficientemente violento puede hacer que esa reverberación entre el cráneo y el cerebro origine la rotura de algún vaso sanguíneo. La muerte se ocasiona cuando la hemorragia es intensa. En ese caso todo el espacio que queda entre el cerebro y el cráneo se llena de sangre, que oprime las meninges y, a su vez, al mismo cerebro. Este experimenta un desplazamiento en el único sentido en el que tiene salida: hacia el orificio inferior del cráneo, oprime el bulbo raquídeo e imposibilita sus funciones. Se podría decir que el boxeador muere apuntillado. De todas formas, el «punch drunk» no se produce, la mayoría de las veces, por un sólo golpe, sino por acumulación. Los tratamientos ante la gravedad del estado del boxeador suelen reducirse al mantenimiento.El número de púgiles muertos en nuestro país, que en relación con el mundo ocupa un tanto por ciento bastante pequeño, han sido cuatro hasta ahora, y todos ellos profesionales. Fueron: Gabiola, en Valencia, 1928, el nigeriano Daudu, Barcelona, 1969-, Guarido, Salamanca, 1972. y Rubio Melero, Madrid, 1978. En el mundo se acercan ya a los seis centenares.

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El mayor problema, sin embargo, en cuanto a cantidad, está producido por la enorme cantidad de disminuidos mentales que el boxeo produce. La suma de pequeñas conmociones, aunque no llega a producir la muerte sí provoca unos trastornos irreversibles.

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