_
_
_
_

Pantalones BR contra el tiro a las rodillas

El terrorismo, que durante los últimos años se ha constituido en uno de los principales flagelos de la sociedad occidental, empieza ahora a convertirse también en una fuente de desarrollo tecnológico y de buenos negocios. «La moda -nos dijo hace unos días uno de los organizadores de la primera exposición antiterrorista de la historia- todo lo puede en Occidente.»La exposición se inauguró a comienzos de este mes en la avenida Charles de Gaulle, de París, y a juzgar por las filas de coches fastuosos estacionados en las inmediaciones, el éxito ha sido fulminante: junto con los supermillonarios de Neuilly, los grandes nombres de la industria y del Gobierno agotaron en pocos días las existencias y los pedidos suponen ya varios millones de dólares. A esa masa de clientes privilegiados se está sumando ahora la clase media, comerciantes; periodistas y ejecutivos, que disfrutan también, como se sabe, de las atenciones de los «comandos». Sólo se ha echado en falta una conferencia de «Carlos», o quizá una proyección de diapositivas a cargo de Curcio; pero de todas formas es probable que se les reserve una buena comisión.

La exposición ha sido preparada por el Centro Comercial de Estados Unidos en Francia, que representa a 38 compañías especializadas en cuestiones de seguridad. Hay ofertas para todos los bolsillos: desde un Rolls Royce acorazado, que cuesta 110.000 dólares (unos nueve millones de pesetas), hasta estilizados corsets a prueba de balas, para damas y caballeros, al módico precio de 160 dólares. También ingeniosos aparatos de radio con sirena automática. No obstante, la novedad que hizo furor fueron unos pantalones blindados, especialmente diseñados para el famoso tiro a las rodillas de las Brigadas Rojas italianas, de corte y colores impecables. Algunos llevan incluso bordadas las iniciales BR, seguramente para evitar confusiones.

Caja antisecuestro

Otro elemento que atrae la atención es la «caja antisecuestro», cuyo precio de 12.000 dólares (sólo un millón de pesetas) resulta asequible para el más modesto de los millonarios. Se trata de un dispositivo no mayor que una caja de fósforos, conectado electrónicamente con un portafolios especial. El portafolio; debe ser llevado por un ayudante de la presunta víctima, a doscientos metros, y el dispositivo por el propio interesado; en el instante en que se produce el ataque, el dispositivo «fija» una señal permanente en el portafolios, y a partir de ese momento se puede recibir, a mucha mayor distancia información sobre el paradero del secuestrado. En quince días se han vendido en Francia 85 «cajas antisecuestro», no sólo a políticos y banqueros, sino también a dos cantantes de moda.El sector más o menos público de la exposición se completa con un «chaleco diplomático», especial para embajadores, directores de multinacionales y espías, hecho de un nuevo material plástico, esmaltado, capaz de resistir los balazos de una Parabellum del 9 largo, aunque sólo pesa un kilo emite una señal de radio a larga distancia y puede actuar como caja de caudales. Pero los organizadores de la exposición sugieren que lo que se ve en el local de la Charles de Gaulle no es todo lo que puede adquirirse; hay, al parecer, una «sección reservada», con productos mucho más sofisticados, sobre los que no se dan detalles al gran público para no alertar a la competencia, es decir, a los terroristas.

No cabe duda de que la sociedad occidental aún sabe sacar provecho de las desgracias específicas. Esa es, quizá, su única ventaja sobre el Este. Bien es verdad que allí las plagas sociales resultan, como muy bien lo ha señalado el señor Brejnev, menos dolorosas, pero no por ello están desprovistas de peligros. Tal es el caso, por ejemplo, de la disidencia. Resultaría interesante que Moscú se decidiese a organizar una exposición de pantalones antisajarov -aparte de los ya muy pasados de moda de los agentes del KGB- o de máquinas de escribir de seguridad, con una lucecita roja que alerte a los corresponsales extranjeros cuando escriben sobre los judíos soviéticos que el sionismo internacional intenta secuestrar.

Conocer lo que pasa fuera, es entender lo que pasará dentro, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_