Areilza: "No vamos, contra nadie y estamos dispuestos a negociar con todos"
«No se ha planteado en ningún momento el tema del liderazgo porque no es oportuno, tratamos de mantener una línea clara entre varios grupos para llegar al final a una coalición manteniendo cada uno su propia identidad y su propio espacio político. La sociedad española está ansiosa de cambios. Nosotros no venimos para atacar a nadie, simplemente pensamos que la radiografía política del país no es la misma del 15 de junio.» Estas afirmaciones las hizo ayer José María de Areilza, presidente de Acción Ciudadana Liberal (ACL), durante una extensa rueda informativa.
El motivo de la conferencia de prensa venía justificado por la inauguración de nuevos locales de ACL y en vísperas de la presentación oficial del partido en Madrid, que tendrá lugar esta noche en una cena con intervenciones políticas de varios miembros del partido y del señor Areilza.«Pediremos elecciones inmediatamente después de aprobarse la Constitución -dijo el señor Areilza-, porque pensamos que las posiciones políticas del país han cambiado. Este Gobierno no tiene mayoría, y de ahí ha nacido esa política ambigua y equívoca.
Desde esa afirmación el líder de ACL entiende que muchos delos votantes de UCD están desengañados y desorientados, y ellos aspiran a centrar las posiciones de esos votos y a ofrecer una alternativa coherente.
Afirmó que habían partido del análisis de una encuesta en la que resulta que una gran masa de españoles prefiere la izquierda, pero sólo un 16% de ellos es marxista y un 10% de esa zona se inscribe en el PCE. Eso significa -dijo- que una enorme franja del voto del PSOE no es marxista.
Añadió y explicó respondiendo a distintas preguntas, que ellos tratan de captar el voto que se sitúa entre el socialismo y el inmovilismo, y recordó que ningún Gobierno europeo gobierna con un partido mayoritario, sino con coaliciones.
Admitió que era consciente del riesgo que suponía la operación, al responder a una pregunta sobre el rechazo que su figura liberal podría provocar entre los votantes de Alianza Popular y el que generaría entre los suyos la presencia en la coalición de hombres como,Federico Silva, Laureano López Rodó o Gonzalo Fernández de la Mora.
Explicó que había habido un equívoco y que el desmentido de AP sobre su liderazgo final de la coalición estaba justificado, «por, que yo no soy el líder».
De ahora en adelante habrá un instrumento de coordinación entre los señores Areilza, Fraga, Silva y Osorio, «sin ninguna publicidad», y no está decidido el que finalmente la coalición se denomine Nueva Mayoría, aunque añadió que él había utilizado ese término en sus viajes a catorce provincias, durante los dos últimos meses «y he visto -dijo- que tenía buena receptividad y que era fácil explicarlo».
Insistió varias veces en que ellos no vienen a romper ningún partido ni a destruir a nadie, sino a ocupar un espacio político que entienden vacío.
Sobre la posibilidad de una coalición final con UCD y Suárez como líder, respondió: «Eso hay que negociarlo; estamos dispuestos a negociar_con todo el mundo y no tenemos prejuicios contra nadie, y esperamos que todos puedan decir lo mismo.»
Dijo en otro momento que, sin hacer futurología, pensaba que esa coalición, encuadrada entre el socialismo y el inmovilismo, podría tener en una próxima confrontación electoral doscientos diputados.
Negó categóricamente la posibilidad de que dos grandes bloques, uno a la derecha y otro a la izquierda supusieran riesgo grave de enfrentamiento. «Este país -dijo- no está ya para guerras civiles, ocupa el puesto veintisiete entre los más ricos del mundo y tiene una renta per cápita cercana a los 3.000 dólares.»
Comentó que hablar del eje París-Madrid-Bruselas -sobre el que ironizó- «es una frivolidad», y argumentó que el asesinato de Aldo Moro le parecía especialmente grave porque nadie ha explicado quién está detrás de las Brigadas Rojas, y él tiene el convencimiento de que se mueven muchos miles de millones de pesetas tras esa fachada, y se trata de alguien dispuesto a desestabilizar el equilibrio inestable de la política italiana, cuyo gran mantenedor era el señor Moro.
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