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Los espectáculos, contra la educación física

El circo, los ballets rusos, el viva la gente y las compañías más o menos multinacionales son, definitivamente, los mayores enemigos del deporte español. Y lo son porque se han empeñado en hacerlos incompatibles. Si el circo, que es cosa de niños, va al Palacio de Deportes, los niños se quedan sin gimnasia. Si los coros del Ejército ruso, que son cosas de adultos, van al Palacio de Deportes, los niños se quedan también sin gimnasia. El Ministerio de Cultura, de quien depende el deporte, debe preferir que los niños de Madrid, en lugar de imitar a la Comanesci, tomen nota de las voces de los soldados del coronel Alexandroz.

Habíamos quedado en que las pocas instalaciones deportivas que hay en España iban a ser rentabilizadas, pero por lo visto la rentabilidad no está en la práctica de las disciplinas olímpicas, sino en otros menesteres totalmente diferentes. Habíamos quedado en que el Palacio de Deportes iba a ser una gran escuela deportiva, pero por los resultados que el tiempo nos brinda habremos de convenir, que una cosa son los propósitos y otra las realidades.Centenares de niños, entre ellos los de varios colegios nacionales, habían encontrado la solución de sus precariedades en el Palacio de Deportes, pero la tarea de profesores y el esfuerzo de los padres de familia resulta cada día más inútil. El Palacio suele tener entre su clientela habitual a grandes compañías que celebran sus asambleas y a espectáculos folklóricos. Cuando tales acontecimientos se producen, los niños se quedan sin sus clases de educación física.

Supongo que el Palacio de Deportes, parco en la celebración de espectáculos deportivos, encuentra en sus actividades comerciales sustanciosos ingresos que, teóricamente, deben permitirle una vida boyante. Sin embargo, se produce el contrasentido de que los niños que celebran allí sus clases, la mayoría de las veces, no pueden ducharse por que no hay agua caliente. Con la cantidad de millones que llegan al Consejo Superior de Deportes no creo que los alquileres del Palacio supongan un incremento sustancial. Por otra parte, tengo la impresión de que con suprimir alguna subvención «generosa» no habría necesidad de recurrir a las enajenaciones transitorias del recinto.

Los Coros del Ejército Ruso son una agrupación musical magnífica, y yo mismo tengo sus discos en casa desde hace años, pero no me parece que el Palacio de Deportes sea el marco adecuado para su actuación. Ni por los niños que se quedarán, una vez más, sin sus clases, ni por los propios componentes del coro. En el Palacio de Congresos y Exposiciones hay un auditorium dignísimo en el que podrían celebrarse estas actuaciones, programadas en contra de la propia opinión del Consejo de Deportes.

El deporte español sólo podrá construirse sobre la base de una masiva promoción. Los escasos recintos con que se cuenta en la actualidad deben estar destinados a cubrir en lo posible las carencias que se padecen. Mientras la educación física y el deporte no encuentren en sus propias instalaciones las facilidades necesarias será inútil que hablemos de futuro.

El Madrid, que es presente, ha podido entonar su alirón anticipado, como ya estaba previsto desde el día en que derrotó al Barcelona. La Liga ha sido para el más regular, que es lo mismo que el mejor. El Madrid ha apretado el acelerador en el momento justo. Empañó la celebración la derrota del equipo de baloncesto en Badalona, ante el Cotonificio. La tranquilidad del triunfo europeo parece que va a poner un estrambote final a la Liga de la canasta totalmente inesperado. Pero aquí no cabe hablar de apaños, como han insinuado algunos. El Madrid perdió sin que mediaran componendas. Decir lo contrario es no conocer a Saporta. El Madrid no regala títulos ni a los amigos.

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