_
_
_
_

El contraataque madridista pudo al desorden atlético

El Real Madrid continua su semana de triunfos importantes y no desaprovechó tampoco en el Manzanares la oportunidad de dar un paso más hacia un título que ya casi es suyo. Venció con todo merecimiento a un Atlético sin orden ni concierto, que recordó los peores días de su aciaga temporada. Las almohadillas que sus aficionados lanzaron contra el árbitro del partido, cabeza de turco habitual en tantos casos así, debieron haberlas dirigido contra sus propios jugadores, que se convirtieron la mayoría de las veces en un grupo de amigos haciendo la guerra por su cuenta y no en un verdadero equipo con aspiraciones aún, pese a tanto fallo anterior, a jugar la Copa de la UEFA. Ahora esa posibilidad europea es un espejismo. El Madrid, en cambio, tras un primer tiempo en que se contagió del desastre de mal juego imperante, jugó su baza del contraataque en la continuación y ganó sin paliativos.El derby de la segunda vuelta, como casi todos los derbies, no pasará a la historia por su buen juego, desde luego. Sólo lo hará como el último apeadero para el equipo blanco antes de llegar a la estación final de la liga 77-78. A falta de cuatro partidos la ventaja del líder -cuatro puntos reales y positivos- le puede dar ya el título el próximo domingo, si además de vencer al desahuciado Cádiz en Chamartín, el Barcelona cae derrotado en Gijón y también el Valencia -que está a cinco puntos del Madrid, pero igualmente a cuatro reales, por mejor coeficiente particular- en Bilbao. La diferencia sería ya insalvable sobrarían tres jornadas. El cuadro de Molowny, en realidad, ha demostrado en el sprint final una seguridad de verdadero campeón.

Las ausencias de Jensen y San José beneficiaron ayer al líder. La obligación de jugar un 4-3-3, al tener tres hombres en punta, Roberto, Santillana y Juanito, dio al equipo más armazón, más semejanza al de casa, que funciona últimamente mucho mejor que el de fuera. Las precauciones normales de «equipo visitante», no fueron óbice para que, sobre todo, en la segunda parte, el Madrid jugara un contraataque decisivo. Guerini y Stielike rayaron a gran altura y Wolf, con más campo para desenvolverse al haber sólo tres centrocampistas en lugar de cuatro, no desentonó como otras veces. El argentino, al igual que Ayala, en el Atlético, fue de nuevo el «hombre libre». -ya de moda, por lo visto- en la parcela central. El cuadro rojiblanco prefirió romper su centro de campo organizador, prescindiendo de Alberto y Marcelino salió al principio para marcar a Stielike -porque Eusebio vigiló a Roberto-, mientras el alemán se dedico a Ayala. En el primer tiempo se completó el juego de marcajes con la pareja Guerini-Marcial.

El Atlético dominó toda la primera parte, pero sin orden, sólo por la inercia de ser el equipo de casa. El Madrid tuvo ya las dos mejores ocasiones de gol, por una solo de su rival. Reina salvó a su equipo ante Juanito y Santillana, mientras Leivinha, lentísimo, según su costumbre, perdió el tanto al tirar flojo tras una buena jugada de Rubio. Después de rematar un córner sufriría de amnesia por un golpe y sería, sustituido por Leal tras el descanso. Luis trataba con ello de dar un mayor orden a «su grupo de amigos», pero Molowny le respondió con una jugada maestra: Stielike pasó a marcar al reaparecido internacional, y el alemán no sólo lo anuló, sino que marcó el segundo gol y dio el tercero.

En realidad, el Atlético del segundo tiempo con Leal se hundió antes de empezar a navegar, por el gol de Santillana. A partir de ahí, al menos, el partido, que en la primera mitad había sido de un nivel lamentable, se animó. Las defensas ya no fueron tan superiores, pues los fallos continuos en el pase, producidos anteriormente se espaciaron y se decantaron, además, del lado rojiblanco, el equipo más premioso y con juego demasiado horizontal, como ya es su mala costumbre esta temporada. La entrada de Aguilar no solucionó nada. El Madrid, en cambio, encontró huecos simples por las alas, y tras un contraataque de Roberto, en el que Reiria salvé otro gol a tiros sucesivos de Santillana y Stielike, llegó el segundo de éste. Se veía venir. Guerini seguía muy suelto -Marcelino no le marcó bien antes de dedicarse a Juanito- y todo el Madrid también. Por ello, el gol de Marcial sólo fue otro espejismo. La realidad y la justicia vino con el 1-3. En esta ocasión el Madrid hizo lo mejor y mereció el triunfo.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_