La degradación mental, secuela lógica de los años de "ring"
El riesgo de accidentes mortales no es, por desgracia, el único aspecto negativo del boxeo profesional. La degradación mental del púgil, consecuencia inevitable de las conmociones, es algo que no tiene nada de accidente, sino que acompaña de forma inevitable la práctica de este deporte y afecta de forma irreversible a muchos de sus practicantes.
Las conmociones -frecuentes en el boxeo- van destruyendo células del tejido cerebral de quien las sufre, y lo peor es que la ciencia médica no está aún en condiciones de detectar el avance de este proceso, lo que impide que se puedan tomar precauciones oportunamente. La conmoción se produce cuando el boxeador recibe un golpe lo bastante fuerte como para hacer que el cerebro se sacuda violentamente dentro del cráneo y golpee con la pared interior de éste. Eso produce un atontamiento momentáneo; pero las consecuencias no terminan ahí: el choque mata algunas células cerebrales y da lugar a una pequeña hemorragia interna, que se traduce en una costra en poco tiempo. Esta costra, al formarse, matará algunas células cerebrales más.Un boxeador que ha sufrido un elevado número de conmociones a lo largo de su carrera deportiva es un hombre que ha ido perdiendo sucesivamente células del tejido cerebral que, contrariamente a las de otros tejidos del cuerpo, nunca se regeneran. Así, pues, es un hombre que ha perdido, de forma irreversible, parte de su capacidad mental. Poco a poco se ha ido convirtiendo en lo que de forma popular se conoce por un «sonado». Un hombre afectado de encefalopatía, para utilizar el término médico.
El problema se agrava por el hecho de que no se puede adelantar la retirada de estos hombres. Un boxeador que, a los ojos de sus conocidos, ha perdido claramente capacidad mental, puede pasar perfectamente todos los exámenes médicos precisos, porque no hay aparato médico capaz de detectar la encefalopatía hasta que ésta se encuentra avanzadísima, y eso impide que sea posible retirar la licencia de profesionales a los boxeadores muy castigados en este aspecto. Sólo si se les abriera la cabeza y se les observase directamente el cerebro podría constatarse que existe la destrucción de células. Este problema se traduce en que los organismos competentes no tienen argumentos ni fuerza moral para cortar la carrera de algunos hombres cuya degradación en el aspecto mental es manifiesta, y que van agravando su estado sin que nada pueda impedirlo.
La muerte más común del boxeador es un desenlace acelerado en este proceso. Un día llega un golpe lo bastante fuerte para abrir una o varias de las viejas cicatrices cerebrales y se produce una hemorragia intensa que ocupa toda la cavidad que queda entre el cerebro y el cráneo y oprime aquél hacia abajo, hasta inutilizar el bulbo raquídeo. La muerte, cuando esto se produce, llega a veces después de varios días en estado de coma, y puede darse el caso de que los primeros síntomas aparezcan cuando el púgil ha abandonado ya el ring. El caso de Rubio Melero, hay que aclararlo, no ha sido éste, sino otro mucho menos frecuente: recibió un golpe muy fuerte cuando se encontraba semiinconsciente, y eso le llevó la cabeza violentamente hacia atrás, provocando la contusión del tronco del encéfalo.
Conversaciones entre Sanidad y el CSD
Por otra parte, hay que señalar que ayer sostuvieron una larga entrevista el director general de Salud Pública, Emilio Zapatero, y Benito Castejón, con el fin de sentar las bases de una futura colaboración entre el Ministerio de Sanidad y el Consejo. Según estas bases, Sanidad se encargaría de los reconocimientos médicos a los deportistas y de los controles antidoping en todos aquellos deportes en que se crea preciso. La noticia de la colaboración entre ambos organismos es buena; podría traducirse, entre otras cosas, en que en adelante no vuelva a estar vacía la botella de oxígeno del Palacio de los Deportes ni se produzcan negligencias semejantes. Lástima que haya hecho falta un suceso desgraciado para que se produjeran estos contactos.
Reacciones en Alemania e Italia
Según informa Efe, la muerte de Rubio Melero ha desencadenado fuertes reacciones en Alemania e Italia. La Asociación de Médicos de la República Federal de Alemania pidió una mayor protección para los púgiles. Un portavoz de dicha asociación señaló que los casos de Eipel y de Rubio Melero demuestran que en el boxeo se trata a las personas como «animales de lucha». La asociación exige que en las peleas concertadas a más de diez asaltos el médico esté facultado para interrumpir el combate si lo cree preciso, aboga por un protector de cabeza para los boxeadores y pide que a todo púgil derrotado por KO no se le permita boxear hasta que hayan pasado un mínimo de tres meses.La prensa italiana formula graves acusaciones a la Federación Española contra las condiciones en que se desarrolla el boxeo en España. Hace hincapié en las negligencias que han acompañado al caso de Rubio Melero, señalando como directos culpables al árbitro y al manager, y recuerda irregularidades cometidas en fechas recientes en el boxeo español con el consentimiento de la Federación Española.
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