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Otro triunfo angustioso del Atlético

El Atlético de las angustias volvió a dar en el Manzanares el espectáculo de los apuros. De nuevo ganó por la mínima, aunque logró el triunfo cuando menos lo mereció.Después de un primer tiempo muy aceptable, pese a las bajas, se confió y quedó a merced de un Las Palmas que jugó entonces muy bien al contraataque. Cuando mejor jugaban los canarios, Marcial marcó un tanto providencial.

El Atlético, de cualquier forma, ya tiene otro aire. Continúan sus fallos, como los despistes defensivos increíbles de la segunda parte al descuidar los marcajes, pero al menos lucha con fe. En la primera mitad se aprovechó también de un lamentable juego canario, lento porque le convenía y porque es su manera de jugar, pero totalmente inoperante hasta en los marcajes, para adelantarse con dos goles del hábil Rubio. Su centro de campo funcionó entonces a las mil maravillas, y Herencia, al igual que Marcial el domingo ante el Barcelona, jugó por primera vez de forma espléndida. Suyo fue el pase del primer gol, y no perdió los balones como otras veces, aunque tuvo enfrente a Brindisi.

Rubio, aparte de marcar los dos tantos, mostró ya su habilidad en una falta anterior que Carnevali desvió apuradamente a córner. Marcelino, tras una buena jugada de Leivinha y Leal, otros dos hombres destacados, estrelló un tiro en el poste izquierdo. Leal pudo siempre a Noly, y hasta Marcial, sin brillar en exceso, mantuvo a Jorge.

El problema fue que en la segunda mitad, parte por la confianza de ir con ventaja y quizá por un cansancio ya crónico, se hundió el centro de campo y detrás la defensa. Brindisi -¿dónde quedó Herencia?- hizo diabluras, y de él partieron los dos goles canarios. Fue desesperante ver a Morete a veces completamente solo, cuando antes Eusebio le había marcado bien. Por otro lado, Muñoz debió leer la cartilla a sus hombres para que aparte de vigilar a sus pares con más dedicación jugaran al lógico contraataque.

Lo que ocurre es que el fútbol no deja de ser un juego sin lógica, y aunque los goles amarillos se vieron venir, ni por asomo se pensó en el tercero del Atlético. Hasta seis ocasiones de gol visitante por sólo otra de Ayala a centro de Leivinha hablan bien a las claras de que el Las Palmas mereció al menos el empate. Ahora, ante un Atlético tan desconcertante como éste, en plena mejoría, pese a gripes, lesiones y sanciones, un gol de desventaja, más que un buen resultado, es muy peligroso para remontarlo. El ejemplo bilbaíno aún está cercano.

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