El consenso roto

«Parece que todos los partidos se han puesto de acuerdo para dar mal ejemplo en el tema de la Constitución. Hablar de mal ejemplo es una forma de expresar la perplejidad que supone para el pueblo llano, la divergencia entre estos dos hechos: primero, que el borrador de la Constitución procedía de una ponencia representativa de los partidos principales que habían obrado por consenso. Segundo, que esos mismos partidos divergen de sus propios textos de una forma tan llamativa como para producir más de mil enmiendas.Dentro del ámbito parlamentario, esas prácticas son normales; pero lo difícil es explicarlo fuera, ante el público general, que no tiene hábito de enjuiciar las cosas de la cocina política.

El público creía que eso de la Constitución ya estaba apalabrado; pero ahora se encuentra con que en ese millar de enmiendas hay «puntos fuertes» que ponen en discusión todo. Es decir,se demuestra que se ha elaborado un texto sobre el que no ha habido jamás verdadero consenso o asentimiento.

En una palabra: no ha habido o no hay consenso; eso quiere decir que hemos llegado a la gran con frontación con muchas incógnita abiertas. No es que la situación sea una catástrofe, pero evidentemente representa un retroceso respecto a la tranquilidad psicológica con que el buen pueblo español encaraba el trance de redactar y aprobar su texto constítuyente.»

2 febrero