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Sexta derrota atlética en su sexta salida

Seis salidas, seis derrotas, es el balance del Atlético en sus desplazamientos en lo que va de Liga. En el Sánchez Pizjuán, a pesar de su encomiable derroche físico, cayó otra vez, por culpa de sus fallos defensivos, del oportunismo del Sevilla y de la falta tino en algunos momentos. La fuerte lluvia influyó negativamente en la calidad del juego en la primera parte, e impidió en la segunda que hubiera nada parecido al fútbol.El barro y el recelo al Sevilla movieron a Luis a quitar del equipo al joven Rubio, de tan afortunada presentación en el Manzanares, siete días antes, y a dar la oportunidad otro joven Ruiz, que se encargó, con éxito de la persecución por el centro del campo de Rubio, el armador del equipo sevillano. El Atlético presentaba así un cuatro-cuatro-dos que buscaba el gol en la velocidad y potencia de disparo de Aguilar, en el oportunismo de Rubén Cano y en la incorporación sorprendente al ataque de alguno de los centrocampistas. El Sevilla, peleón y con marcajes bastantes severos en todo el campo, no podía moverse bien por que el debutante Ruiz cumplía perfectamente sobre Rubio, y su fútbol, deslavazado y a tirones, daba una impresión de menor seriedad y consistencia que el del Atlético, bien armado en la media por la tranquilidad de Marcial y Alberto y el excelente apoyo al ataque de Leal.

Pero dos fallos atrás hundieron al Atlético. Al cuarto de hora de juego, Eusebio -mal toda la tarde- dejaba cabecear a placer a Biri-Biri a la salida de un córner; y ya cerca del descenso, un intento de dejar al ataque sevillista en fuera de juego propició, gracias al talento de Gallego y a la habilidad y rapidez de Sánchez Barrios, el segundo gol sevillista. El Atlético, a pesar de jugar con cierto aplomo en la segunda parte y de llegar alguna vez bien a puerta, se fue al descanso con una desventaja ya irremontable. Sus ocasiones no fueron aprovechadas y el Sevilla, mejor atrás que su rival, veía ya ganado el partido antes del descanso.

Sucedió, además, que al principio de la segunda mitad la lluvia arreció, y ya se jugó lo que quedaba de partido bajo una tromba casi continua. El campo, muy mal antes del descanso, quedó impracticable, convertido en un puro charco sobre el que balón no rodaba ni botaba. El Atlético, a pesar de que sus repetidos fracasos en los desplazamientos tendrían lógicamente que hacer mella en su moral, se echó con fe a la tarea imposible de igualar el partido y dominó, con fuerza y por entrega, en esta segunda parte. Sacó a Pereira de la defensa, dejó a Alberto de libero, y buscó el gol por todos los caminos, y el Sevilla -patada adelante, balones fuera- no pasó grandes apuros. Pereira dejó escapar un par de buenos balones, Gustavo tuvo que hacer un par de buenas paradas y eso fue todo. Para más desgracia, en el último minuto, Scotta, que jugó sólo el final del partido, atinaba con un cañonazo lejano, cuyo bote despistó a Reina y redondeaba el marcador. El Atlético, pese a sus esfuerzos, se marchó del Sánchez Pizjuán como de todos los campos ajenos en lo que va de temporada: derrotado. Sólo un gol ha marcado en sus desplazamientos y ha encajado catorce. Evidentemente, no es el del año pasado.

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