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Reportaje:

Lo final del torneo de candidatos tiene un matiz revanchista

Vlktor Korchnoi, nacido en Leningrado hace 46 años, de ascendencia judía y de posición social acomodada, consiguió el título de maestro a los veinte años, y el de gran maestro a los veintiséis. Campeón de la Unión Soviética en cuatro ocasiones, es tal vez el disidente más famoso dentro de la misma Unión Soviética. El torneo IBM de Amsterdam del pasado año le permitió pedir asilo político en Holanda, donde ahora reside. Poco tiempo antes ya había desaparecido casi por completo para los aficionados soviéticos, acostumbrados a tener noticias suyas por los encuentros que disputaba dentro y fuera de su patria y que eran profusamente comentados por la prensa especialista soviética.Todo se debía al veto impuesto por el Gobierno soviético que le impidió jugar con el equipo nacional, participar en torneos internacionales y aparecer en televisión. La sanción se le impuso por unas declaraciones suyas en las que enjuiciaba la calidad del joven.Karpov, que le había derrotado en la final del candidatos de 1974, después de veinticuatro partidas, de las que tres fueron victorias de Karpov, dos de Korchnoi y las diecinueve restantes nulas. Korchnoi se quejó entonces del espionaje a que había sido sometido durante aquellos dos meses que duró el encuentro, y señaló que no se le había permitido verse asistido por grandes maestros, sino sólo de maestros, mientras que Karpov tuvo a su disposición a dos grandes maestros que le asesora ron con mayor eficacia. Juzgó de encerrona el encuentro y afirmó que todo estaba preparado por el partido para que venciera Karpov.

El gran maestro Tigran Petrosian, jefe de las páginas,de ajedrez del diario El deporte soviético, atacó duramente a Korchnoi y puso a la opinión pública soviética en su contra. Y vino entonces el veto del Gobierno.

Korchnoi justifica ese deliberado apoyo del Gobierno a Karpov por una cuestión de su máquina de propaganda. Karpov es joven (veintiséis años), alto, rubio, obrero, hijo de obreros; en definitiva, un perfecto proletario con una imagen más adecuada de campeón del mundo. Desde entonces, Viktor Korchnoi, que -según él- tomó la decisión de abandonar la Unión Soviética para poder jugar cuando, como y donde él mismo quisiera, sin tener que atender a disciplinas federativas, no ha perdido ni una sola oportunidad para atacar lo más violentamente posible al aparato soviético. Sus partidas contra jugadores soviéticos se han convertido desde entonces en algo más que una lucha deportiva sobre un tablero. Ahora son ideologías opuestas enfrentadas con la idea subyacente de que el vencedor en el tablero gana también la batalla ideológica.

Dos trayectorias

El cénit de este enfrentamiento lo marcó tal vez el encuentro de cuartos de final de este Candidatos, en el que Korchnoi se enfrentó a su más enconado enemigo, Petrosian, el hombre que con su crítica desde un periódico le enfrentó a la opinión pública soviética. Ganó Korchnoi, a Petrosian le costó su cargo en el rotativo soviético y volvió a ganar Korchnoi en semifinales ante otro soviético, Polugaievski. Ahora sólo Spasski le separa de esa lucha final por el titulo ante Karpov; todo un sueño de revancha para el apátrida.

Korchnoi, favorito

Sin embargo, Korchnoi, aunque para muchos es claro favorito, no lo va a tener tan sencillo ante Boris Spassky, campeón del mundo en dos ocasiones, hombre que tuvo sus más y sus menos con los rectores del ajedrez soviético y amigo personal -que fue- de Viktor Korchnoi.

Spassky, tras perder su título de campeón del mundo en 1971 ante el norteamericano Fischer, atravesó un momento difícil, que se agravó por problemas personales y farniliares a los que no era del todo ajena la rigidez soviética.

Hace poco, tras el permiso de cambio de residencia, Spassky parece mucho más centrado, ha vuelto al perdido equilibrio y ha conseguido llegar a una final de un torneo al que accedió por el abandono de Fischer, ya que por ranking no entraba en la disputa.

Spassky, para llegar a esta final, ha derrotado al chileno Hort en cuartos de final y al húngaro Portisch en semifinales. Los encuentros, sin embargo, se resolvieron mucho más lentamente de como lo hizo Korchnoi con sus rivales, y nada parece indicar que estemos ante el Spassky que ganó el cetro mundial a Petrosian después de ganar en sernifinales del Candidatos, precisamente a Viktor Korchnoi.

La final se disputará a veinte partidas, pero algunos observadores expertos vaticinan ya una final marathoniana, ya que si Korchnoi es muy amigo de las jugadas elaboradas y estudiadas, Spassky declara encontrarse en un buen momento síquico y no le afecta para nada la lentitud operativa del apátrida.

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