Diecisiete objetores españoles esperan juicio
« El jueves próximo es el juicio. Me han avisado con muy poco tiempo. Es un momento culminante. Después vendrá la huelga de hambre... El juicio y la huelga de hambre hacen tomar conciencia de que este momento será el más importante del tiempo de cárcel... He redactado el documento que pienso leer en el consejo de guerra. En él intento tocar cinco puntos: 1) La objeción es un derecho; 2) No matar, mandamiento de conciencia; 3) No me niego a servir a la comunidad en un servicio civilizado; 4) Soy no-violento y condeno la violencia;. 5) Deseo que otros puedan realizar el servicio civil . Me doy cuenta de que esto es muy limitado y que tendría muchas cosas, mas que decir, pero he pensado que más vale poco y claro... Me siento animado y consciente de los pasos dados en este momento culminante. La vida me ha ido llevando a nuevos compromisos. Ahora estoy en el más fuerte y el más duro ... ».Este es el testimonio de un objetor de conciencia. Las líneas anteriores están escritas en la prisión del Castillo de San Fernando de Figueras. Era un lunes 12 de julio, hace varios años, y el relato está escrito por José Luis Lafuente del Campo y Jesús Viñas i Cirera.
Sólo cuatro años
Pero el mismo diario en la prisión narra la decepción posterior. El consejo de guerra se celebra. La ley es la ley y todavía no hay lugar en España para el derecho a objetar en conciencia: «Sentencia: cuatro años y medio de cárcel. El juicio ha sido algo atolondrado y triste -prosigue el condenado -. Hay que reconocer que el Código de Justicia Militar tampoco permite demasiado movimiento a los tribunales de los consejos de guerra. Después del trámite te dejan cuatro anos de cárcel. Sólo cuatro años. Se ha hecho justicia.En estos momentos se hace difícil amar a estos señores que tan fríamente aplican una ley que no es justa y ni se inmutan, ni moverán un dedo para hacerla evolucionar.»
Clamor general
Las cosas, sin embargo, están cambiando en España. Pero no todavía para los objetores de conciencia. Los hechos que se están desencadenando entorno ala huelga de hambre de Marco Pannella dan fe de un clamor que se hace general. La diputada italiana Adele Faccio ha llegado a Bruselas portadora de un documento firmado por parlamentarios italianos dirigido al presidente del Consejo de Ministros de la CEE, Henry Simonet, para involucrar inmediatamente a las instituciones europeas en la defensa de los derechos del hombre y de los derechos jurídicos garantizados taxativamente por la Convención Europea, «y en cambio violados -según afirma el señor Pannella- con respecto a todos los detenidos militares y, en particular, los objetores de conciencia, ni más ni menos que durante el franquismo».Por otra parte, llegan, dirigidas al Rey de España, centenares de adhesiones al llamamiento lanzado por escritores como Alberto Moravia, Ignazio, Silone, Simóne de Beauvoir, Rafael Alberti, por teólogos como el obispo de Ivrea, Luigi Battazzi, los sacerdotes José, María Díez Alegría, ErriestoBalducci, Glovanni Franzoni, los líderes socialistas, el francés Gilles Martinet, el suizo Arthur Villard, los italianos Fortuna, Matteotti, Mancini, el presidente del Grupo Liberal Bozzi, el filósofo Roland Barthes y muchos otros.
Legislación inamovible
Todo un movimiento en el que « el Rey, el presidente de las Cortes, el presidente del Congreso... aprecian y comparten», según se afirma, los deseos formulados. Pero la legislación española sigue ahí, inamovible en ese punto. Los factores que se oponen al cambio deben ser vencidos, estiman los protagonistas de la protesta. Y un hombre podría morir en las próximas horas por defender esta causa justa. Marco Pannella y todos los que le secundan sólo piden algún gesto simbólico por parte del Gobierno español.
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