El Carranza, para el Atlético
El Atlético de Madrid ha confirmado encontrarse en un excelente momento de juego. En la final del Carranza, al igual que contra el Vasco de Gama, jugó sin desmayo, en equipo y con una constancia digna de elogio. Superó al siempre difícil Inter, que se limitó en un principio a defenderse y luego se vio impotente, cuando encajó el primer gol, de superar el mejor juego atlético.Dos cambios introdujo Luis con respecto al primer partido. Eusebio por Benegas y Bermejo por Aguilar. El rendimiento del equipo no bajó en absoluto. En el Atlético ahora no hay figuras. Todos juegan para todos y la compenetración es máxima. No hay ningún jugador que no se emplee sin reservas. La defensa, inmensa de facultades físicas, da constante juego a la línea media, cuyo fútbol es aprovechado por los hombres punta a base de buscar el desmarque continuamente.
El Inter salió a no dejar jugar al contrario. Con cuatro hombres en el centro del campo que tenían como principal misión la de destruir y respaldados por otros tantos defensas que intentaban por todos los medios frenar a sus pares, confió en no encajar ningún gol. Cuando los atléticos les superaban en cualquier parcela del campo, sacaban a relucir una enorme dureza que a punto estuvo, en varias ocasiones, de originar enfrentamientos a golpes entre los jugadores.
El Atlético no cayó en la trampa. Aunque a veces contestó a la dureza italiana con sus mismas armas buscó por encima de todo jugar al fútbol. Los férreos marcajes italianos hacían difícil la realización de tal empresa, pero los madrileños siempre confiaron en sus propias fuerzas, lo que en el fútbol suele ser una virtud decisiva.
El primer tiempo concluyó sin espectacularidad. Las ocasiones de gol se vieron reducidas a tan sólo una, protagonizada por Ayala a falta de dos minutos para el descanso. El marcador seguía inalterable, pero ambos conjuntos estaban cumpliendo sus objetivos: el Inter, destrozando los nervios de los jugadores contrarios, y éstos probando al máximo la capacidad de resistencia de los italianos en cuanto a no encajar ningún tanto Se trataba de comprobar quién se cansaría antes.
Al final venció el conjunto que se lo merecía, el que trataba de ofrecer espectáculo. La constancia del Atlético y el sacrificio de sus jugadores, acabó por minar al Inter. Cuando Marcial inauguró el marcador, al igual que en la víspera, el partido se puso muy favorable para el Atlético. No defendió su ventaja sino que trató de aumentarla al abrir el Inter sus líneas. Era un riesgo valiente que aceptó correr. Por eso Pereira y Eusebio persistieron en sus incursiones hacia el campo contrario, como si su equipo tuviera igualmente la necesidad de marcar. Gracias a esto se vio el mejor gol del torneo. Un gol de fábula que sólo lo podía marcar un mago de la interpretación del fútbol. Fue el mazazo definitivo para el Inter. Se hundió y sobre el terreno de juego quedó a merced del Atlético. El fútbol había vencido. Algo lógico, por otra parte, en el Trofeo Carranza, que suele ofrecer un fútbol de alta calidad.
Este éxito en el Carranza devolverá la confianza a los aficionados del Atlético en su equipo. La, pretemporada rojiblanca ha marcado un fuerte vaivén. De su gira por Suramérica llegaron noticias de un gran juego, lo que levantó gran expectación cara al Villa de Madrid. En su torneo, sin embargo, el Atlético mostró un fútbol raquítico. Ahora, en el Carranza, ha sido de nuevo el que los aficionados desean, y a pocos días del comienzo de la Liga eso es buena noticia para ellos. Pero acaso todo se reduzca a que el Atlético sigue en su línea de años anteriores: juega con mayor facilidad fuera que en casa. El domingo, ante el Valencia, podremos verlo.
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