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Automovilismo

Grave denuncia de Fangio con los promotores de la fórmula 1

Juan Manuel Fangio ha acusado a los organizadores y promotores de las carreras de fórmula 1 de no importarles la vida humana de los pilotos, en beneficio de unos intereses monetarios particulares. Las declaraciones del quíntuple campeón del mundo han sido recogidas por el Jornal des Esportes, de Río de Janeiro. En ellas explica las razones que motivaron su retirada, en 1958.«Yo me daba cuenta de que la fórmula 1 estaba entrando en un peligroso camino comercial. Lo empecé a notar en 1956, cuando en plena recta de Monza se rompió la dirección del Lancia Ferrari que conducía. No me maté de casualidad. Cuando entré en boxes me confesaron que para hacer más ligero el coche habían agujereado la barra de la dirección.» Fangio relata que ahí comenzó la lucha por aligerar el peso de los bólidos y «otras cosas raras».

También los amortiguadores están en uno de los episodios que a punto estuvieron de costarle la vida a Fangio: «Entrenándome para el Gran Premio de Reims noté que el coche no se tenía en las curvas. Cuando consulté esto me dijeron que la culpa era de los amortiguadores, que los habían cambiado por los de otra marca que pagaba más por la publicidad. Ya en carrera se produjo el hecho insólito de que se cayera el pedal del embrague. Iba a abandonar, pero el manager me dijo que siguiera, pues el público quería ver al campeón. Yo sabía que estaba estafando al público y allí mismo, en la última vuelta, me dije para mí mismo que esta era la última vuelta que daba en mi vida.»

Añade Fangio que ya se sentía prisionero de sus representantes, a quienes debía pagar un porcentaje de sus salarios. Incluso llegó a prevenir del peligro mortal que representaba hacer bajar el peso de los coches de fórmula 1. «Me llamaron loco hasta que se mató Peter Collins, porque iba a casi trescientos kilómetros por hora manejando una pluma. Fue entonces cuando se decidió poner un límite mínimo de peso.»

Fueron muchas las conclusiones que sacó Fangio de su propia experiencia para abandonar el automovilismo. «Me dí cuenta de que la vida de un piloto no vale nada. Si se mata ya tienen otro para ponerlo en su lugar. Uno va para el ataud y el otro comienza el difícil camino hacia la gloria, que a veces se convierte en la tumba.» Ahora Fangio siente pena por los muchachos, «que son tratados como objetos, que se juegan la vida en cada curva por culpa de las maniobras sin escrúpulos de quienes hacen del automóvil un negocio más».

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