Bianchi, un mediocre campeón del mundo
El italiano Pier Paolo Bianchi, prácticamente desconocido hasta el pasado año, ha ganado el Campeonato del Mundo de 125 cc, reeditando su triunfo del pasado año. La superioridad de su máquina, la Morbidelli, ha permitido a un piloto un tanto gris, como Bianchi (el hecho de que, pese a ser campeón del mundo, su propia marca sólo le pague 20.000 pesetas por carrera en que toma parte es buena prueba de ello), conquistar el título mundial durante dos años consecutivos. ¿Será este el último?
Desde la entrada del holandés Jorg Moller, como ingeniero del equipo Morbidelli, las máquinas conocieron una época gloriosa. Morbidelli, una firma dedicada a la fabricación de maquinaria y herramientas para el trabajo de carpintería, decidía la creación de un equipo de competición de motocicletas, tratando, así, de Obtener una publicidad que repercutiera sobre las ventas de sus productos. Para ello, se contrataba a Moller, auténtico especialista en el campo de los motores de competición. Junto a él se recurría al máximo especialista en esta cilindrada, el español Angel Nieto.Sin embargo, Moller, hombre muy listo, no estaba a gusto contando con Nieto en su equipo. Sabedor de la fama y de la popularidad del piloto español, pensaba, no sin cierta lógica, que cuando llegaran los triunfos todo el mundo los atribuiría a la técnica y a la habilidad del piloto antes que a los méritos del ingeniero que había realizado la máquina. De ahí que, en la primera temporada, allá por el año 1974, los roces entre el técnico y el piloto fueran en aumento, hasta el punto de que, una vez finalizada la misma, Moller pidiese a Morbidelli, propietario de la empresa que lleva su nombre, la rescisión del contrato con el español, como así se hizo.
Ya en la temporada siguiente, en el año 1975, llegaron los triunfos. Contando entonces con dos pilotos italianos, Pileri y Bianchi, tan grises y escasos de cualidades como desconocidos, el ingenio de Moller permitía que el título mundial quedara entonces en poder del primero.
En la temporada pasada, era Bianchi, segundo hombre de la casa el año anterior, el designado por el holandés para ganar el Campeonato, tratando de que ninguno de sus hombres llegara a alcanzar tanta fama que pudiese desplazar el prestigio de «el mago». Esto produjo el enfrentamiento y posterior marcha del equipo de Pileri, que se consideraba a sí mismo con más méritos que su compatriota para lograr la corona, pero que tenía que soportar la maniobra de su jefe de filas, que daba una máquina superior a uno que a otro.
Sin embargo, en esta temporada se registraba la presencia, aunque tímida, de la nueva Bultaco, con Nieto como piloto, tratando de hacer frente al neto dominio del equipo italiano. La espina que el piloto español tiene clavada desde su marcha de aquella escudería no la ha olvidado y todos sus esfuerzos se centran, desde hace tiempo, en conseguir una máquina con la suficiente calidad como para poder vencer, humillar si es posible, al orgulloso técnico holandés.
Sea como fuere, la tardía aparición de la Bultaco de octavo de litro el pasado año no podía impedir que Bianchi se hiciera con su primer título mundial. Pero, al menos, había una amenaza de lucha para la siguiente temporada, la de este año. Sin embargo, tampoco en esta temporada se ha podido materializar. Sin tiempo suficiente como para poder poner la máquina al día, y frente a una Morbidelli a la que el técnico holandés aún había logrado mejorar algo en su mecánica -la estabilidad, por contra, deja mucho que desear, pues este apartado Moller no lo conoce suficientemente-, Nieto y su Bultaco no han podido llegar a materializar su ataque, adjudicándose nuevamente el mundial el italiano Bianchi.
Pero, nuevamente, una puerta ha quedado abierta a la esperanza. En las últimas pruebas, cuando ya el título conseguido en la categoría de 50 cc había relajado algo la responsabilidad del equipo Bultaco, sus técnicos (holandeses también) sacaban a la luz la tan esperada nueva mecánica, logrando imponerse, aun cuando ya era demasiado tarde, a las máquinas italianas. Esto, unído al hecho de que Moller haya fichado recientemente por Minarelli, marca que quiere crear un equipo de competición (se habla de que el holandés percibirá una cántidad equivalente a cinco millones de pesetas al año durante tres), hace que las posibilidades de Bultaco aumenten considerablemente. Si el equipo español logra mejorar la mecánica de sus máquinas (el chasis de la Bultaco es muy superior al de la Morbidelli), el dominio ejercido por el equipo italiano podría venirse abajo, dándose fin a este lapso de tiempo en el que pilotos mediocres han conquistado títulos mundiales gracias a contar con mecánicas muy superiores a las de la competencia.
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