Fraga fustiga el "entreguismo" del Gobierno, en Avila

Fustigó con suavidad notablemente mayor que otros líderes de AP, durante los últimos días, al Centro Democrático, calificándolo de seudocentrismo; a los comunistas, a los socialistas, con alusiones personales a Enrique Tierno y a Felipe González, y señaló los propósitos de AP.La definió como una fuerza nacional, de amplio espectro, que no es oscurantista ni retrógrada, y puso énfasis en destacar la labor de proselitismo y propaganda que viene llevando a cabo.

Dijo que defendían la unidad de España, compatible con el regionalismo; la necesidad de un Estado fuerte, la moralidad pública y que se oponían a la corrupción. «Yo, que denuncié Matesa -dijo-, os respondo de que esa será la causa principal de AP.»

Terminó pidiendo el voto a los asistentes para AP y una vez concluidas sus palabras, y cuando se habían apagado los aplausos, uno de los asistentes, que se encontraba en el anfiteatro, preguntó si era posible un coloquio.

«Pregunte lo que quiera», respondió el señor Fraga. Su interpelante planteó una cuestión sindical que no quedó clara, entre otras cosas porque parte del público le impedía hablar. El señor Fraga respondió que no sabía nada de lo que planteaba, pero que él había defendido siempre la libertad sindical. El hombre que hablaba elevó entonces la voz para decir que él era un obrero que ganaba 13.200 pesetas mensuales, menos los descuentos; las voces del sector del público que se le oponían arreciaron, y el señor Fraga cortó con voz potente diciendo que a él le parecía mal, pero que «hay que empezar por trabajar más y hablar menos».

«El que traiciona una vea traiciona ciento.» «El traidor no es menester, una vez la traición pasada», dijo anoche Manuel Fraga en Avila al afirmar que «en materia de traiciones hay dos reglas seguras», tras fustigar el entreguismo de los que -según el señor Fraga- facilitan la situación de caos, terrorismo y debilitamiento de la autoridad que atraviesa el país.

El secretario general de Alianza Popular hablaba, en el cine Principal, ante un auditorio de unas ochocientas personas que tardaron en identificarse con el orador, aunque le aplaudieron en varias ocasiones.

Se habían tomado serias precauciones para evitar la entrada de elementos perturbadores; de esta forma, varios jóvenes con barba fueron rechazados a la entrada, sin más explicaciones. Aun así, un pequeño núcleo protagonizó algún silbido y muy leves pateos al comienzo de la intervención del señor Fraga.