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El anciano, un ser marginado de la sociedad

Es significativo que, precisamente, sea una institución privada -Caritas Española- la que se ocupe de descubrir los aspectos más profundos del problema de la tercera edad y trate de proponer soluciones cuando debía ser el Estado, como ocurre en la mayoría de los países europeos, quien atendiera a las necesidades, no sólo de asistencia sanitaria y económica, sino también a las sociales e individuales del anciano.Caritas Española ha patrocinado, junto con el Instituto de Ciencias del Hombre, un Simposio Nacional sobre los «Problemas e la Tercera Edad», que se va a celebrar en Madrid del 23 al 26 de mayo. Entre los temas que se van a tratar en estas jornadas, a las que asistirá un importante número de especialistas nacionales e internacionales, se encuentran los aspectos económicos, los problemas de convivencia, los problemas sicosomáticos y las esperas y esperanzas de la tercera edad.

La aplicación a España de este problema se va a ajustar a un estudio elaborado por Caritas Española que contempla importantes datos sobre la problemática humana y social de la tercera edad en nuestro país y los objetivos a conseguir con relación a la misma.

El informe contempla, en primer lugar, la estructura por edad de la población española, y señala el aumento de esperanza de vida de la población española que en los últimos sesenta años ha duplicado la duración media de vida, logrando alcanzar en los años sesenta cifras de esperanza de vida equiparables a las de cualquier país altamente desarrollado. En 1970, España tenía 94 personas de 65 años cumplidos por cada mil habitantes. Mientras la población total española se duplicaba en los últimos cien años, con una tasa media anual de crecimiento del 0,8 la población anciana se multiplicaba casi por cinco, con un ritmo de crecimiento anual del 1,7 %, doble del de la población en su conjunto.

No hay que olvidar dentro del proceso de envejecimiento la categoría de los muy ancianos (los que han cumplido los ochenta años).

En 1971, medio millón de personas, de los casi cuatro millones de ancianos de España, habían alcanzado esta edad, y más de un millón y medio de ancianos habían cumplido los 75 años. Este impresionante crecimiento de la población anciana y muy anciana requerirá un esfuerzo más que proporcional en el ámbito médico, hospitalario y asistencial, debido a la gran fragilidad de este grupo social cuyo número irá creciendo por lo menos durante dos décadas más.

Pensiones insuficientes

Las pensiones que mantienen o deberían mantener a los ancianos españoles son las de jubilación, invalidez y viudedad. La mitad del total de ancianos disfruta de la pensión de jubilación que se aplica normalmente a los 65 años, y que son incompatibles con cualquier otro tipo de trabajo.Estas pensiones, además de las repercusiones sicológicas de lo que se ha llamado retiro-guillotina (el trabajador se acuesta siendo activo y se levanta jubilado), no son suficientes y no permiten vivir dignamente. Tres de cada cuatro ancianos españoles no cobran pensión ninguna o consideran que la que cobran es totalmente insuficiente para vivir, por lo que les hace, en los casos que existe alguna posibilidad, acudir a otras fuentes de ingresos que proceden de trabajos marginales o subempleos.

La carencia de recursos obliga a los ancianos a vivir en condiciones de alojamiento realmente deplorables. Se estima que el 50 % de los ancianos viven en condiciones incómodas o muy incómodas. Uno de cada dos ancianos habita una vivienda realmente inadecuada. La cuarta parte de los ancianos han declarado que desearían cambiar de vivienda, pero que no pueden por falta de dinero.

Este deseo de traslado es tanto más significativo por cuanto el anciano es en principio refractario a los cambios de domicilio. Las dotaciones de las instalaciones de la vivienda en cuanto a servicios más elementales son a todas luces insuficientes, ya que el 4 % de las viviendas carecen de electricidad; el 30 % no tienen agua corriente; el 9 % de sus viviendas no tienen cocina de ninguna clase; el 24 % no tienen retrete y el 58 % carecen de baño o aIgún tipo de aseo.

Soledad

Los problemas sociales e individuales ocupan un lugar destacado en el panorama de necesidades de los ancianos de España. Más de 300.000 ancianos viven en España completamente solos o en penosas condiciciones materiales y personales.Por otra parte, un cuarto de millón de ancianos están prácticamente aislados de sus familiares y parientes, a quienes no llegan a ver ni siquiera una vez por semana; 200.000 no tienen familia ni parientes próximos.

Respecto al problema de los asilos, en España existen 1,4 camas por cada cien ancianos, mientras que la Organización Mundial de la Salud y el Consejo de Europa recomiendan que todos los países deben Iner entre siete y diez plazas de residencia por cada cien ancianos.

A la vista de estos problemas -concluye el informe-, quince entidades públicas y privadas están coordinando sus esfuerzos para intentar llevar a la práctica el derecho del anciano a permanecer integrado en la sociedad, lo que exige que ésta le proporcione los medios para continuar su actividad física y siquica en el campo familiar, social y laboral.

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