Melero no dimitió por motivos profesionales
A las siete de la tarde de ayer, el ex árbitro Melero nos preguntaba qué opinión nos merecía la carta que envió a la Federación Española de Fútbol, a su presidente, en la que explicaba el auténtico motivo de su dimisión irrevocable. «Me salió de aquí», dijo, mientras que con su mano derecha señalaba el lugar de su corazón.
«Madrid, 12 de febrero de 1977.Señor presidente de la Federación Española de Fútbol.
Muy señor mío: Tengo 34 años y hace cuatro que alcancé la cima de mi afición deportiva: ser árbitro de Primera División.
En mis múltiples actuaciones puse siempre toda mi fe e ilusión y juzgué con la máxima honestidad. Por supuesto que he cometido errores -relativamente fáciles en el difícil hacer arbitral-, pero quiero dejar bien sentado que nunca tuve intención de favorecer o perjudicar a ninguna de las partes.
He sido citado por el Comité de Competición para celebrar un careo con el jugador expulsado, y en acatamiento de la disciplina acudiré a él ratificando las manifestaciones recogidas en el acta, porque responden a la verdad.
Sin duda alguna, tal medida ha sido considerada necesaria para esclarecer los hechos y creo firmemente que el Comité, por su trayectoria, actuará justamente. Pero considero que este careo pone en tela de juicio lo por mí afirmado y lesiona el principio de autoridad que debe presidir la labor arbitral y, además, teniendo en cuenta las implicaciones extradeportivas, antes de ser dictada resolución, le presento mi dimisión con carácter irrevocable.
Me voy con pena y con amargura, no lo oculto, porque significa tirar por la borda muchas ilusiones, suponiendo para mí esta decisión un tremendo sacrificio, pero mi sentido de la dignidad personal, el respeto a mis propias convicciones y el deseo de los míos, me obligan a tomarla. Y otro tanto más lo siento, por cuanto en mi criterio el arbitraje camina hoy por cauces loables.
- Le deseo muy de veras suerte y acierto en su dificilísima tarea y pido a mis compañeros de arbitraje que sigan unidos y disciplinados y que desempeñen su cometido con la misma dignidad y sacrificio con que lo vienen llevando a cabo, siendo mi más ferviente deseo que ninguno se encuentre en situación como la mía. Espero que sea así, porque confío que quienes rigen el fútbol lo programen y reglamenten de tal forma que sea imposible su repetición.
Le saluda muy atentamente,
Ricardo Melero Guaza.»
Este es el texto íntegro que el señor Melero entregó en la Federación el mismo día del careo con Cruyff. La entregia tuvo lugar minutos antes, aunque la carta estaba escrita desde algunos días antes. Melero no pudo finalizar su lectura ante sus compañeros del Colegio Castellano.
La carta de Melero no tuvo otra respuesta que la aceptación de su dimisión, concretamente casi un mes después. Se podrían decir muchas cosas de este «caso». De todos modos, sólo basta con recordar que alguien ha intentado engañar intencionadamente. Melero no dimitió por problemas profesionales, relacionados con la empresa donde trabaja.
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