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Primer paso hacia la solución del conflicto taurino

Ayer, en una reunión que mantuvieron empresarios y subalternos durante cuatro horas, se dio un paso esperanzador hacia la solución del conflicto taurino. Por primera vez en estos meses de reivindicaciones laborales, los subalternos, que se habían mostrado invariablemente inflexibles, cedieron, en parte, de sus peticiones. Los empresarios quedaron en estudiar la nueva propuesta, que se dilucidará en otra ronda de conversaciones: el lunes, entre éstos y los matadores, y el martes en reunión «tripartita» de nuevo.

Después de que los empresarios insistieran en que los honorarios que establecían los subalternos son inaceptables y de que éstos calificaran, asimismo, de inaceptable la contraoferta empresarial, los representantes de picadores y banderilleros propusieron una nueva tabla de salarios, intermedia entre las posiciones primitivas, aunque, según nuestras noticias, aún altas. Con la promesa por parte de los empresarios de que se procedería a un atento estudio de la misma, se dio por concluida la reunión, y todos los asistentes, visiblemente agotados por tantos días de discusiones y tensión, se dispusieron a pasar un fin de semana tranquilo y, por supuesto, alejados del mundillo taurino.Donde no hubo acuerdo de ningún tipo, sin embargo, fue en la pretensión de los subalternos de que la cuantía de sus honorarios venga dada siempre por la categoría de la plaza en la que actúan, con distinción de que la corrida forme parte o no de una feria -y sin que en los mismos tenga repercusión de ningún tipo la clasificación sindical del jefe de cuadrilla-, y que el pago lo efectúen las empresas, a su cargo exclusivo, con total independencia de las cantidades que abonen a los matadores.

De todas formas, según decíamos, la actitud ya miás flexible de los subalternos, invalida el rotundo pesimismo que produjo la reunión tripartita del viernes, porque se vislumbran esperanzas de solución del conflicto. Aunque es lo cierto que nunca se solucionará del todo si no se abordan los problemas de fondo. En estas reuniones, todos llegaron a convenir en que sólo un 5% de los estamentos que intervienen en el espectáculo gana de verdad dinero, mientras en los más hay fuertes pérdidas, como es el caso de los empresarios, o no se alcanzan los mínimos precisos simplemente para subsistir, como es el caso de los toreros. Y, sin embargo, la fiesta mueve unos presupuestos a veces astronómicos.La raíz de la cuestión está en los cánones de arrendamiento de la plaza. La estructura económica del espectáculo es un puro disparate. Lo que debieran ser beneficios lógicos de los empresarios va a parar a la propiedad del coso, en concepto de atriendo; y lo que debiera destinarse a mejores rernuneraciones de toreros, incluso ganado, y hasta abaratamiento de las localidades, es el margen de beneficios que se reserva la empresa, la cual -es justo que se reconozca- expone un capital cuantioso.

Influencias y esfuerzos debierani emplearse en pactar con la administración para que todos los cánones de arrendamiento queden suprimidos, porque el espectáculo taurino no los soporta. Todas las plazas han de ser explotadas por sus propietarios, o si las ceden, que sea a cambio de un porcentaje módico sobre los beneficios. O que las exploten los propios toreros en cooperativa. Porque la situación actual sólo es sostenible a base de dar carta de naturaleza a la injusticia. Los toreros tienen toda la razón del mundo al pedir más dinero; y a los empresarios no les falta cuando afirman que es imposible pagarlo, porque no les salen las cuentas. Y el caso es que el espectáculo da dinero: pero se lo lleva el arrendador.

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