Hoy será elegido el nuevo jefe del Partido Laborista israelí
No hubieran podido escoger peor momento los laboristas israelíes para celebrar su convención anual, que ayer y hoy. lloras antes de que los 3.000 delegados asistentes a la reunión elijan al nuevo jefe del partido, una juez israelí condenaba a cinco años y medio de cárcel y a una multa de 25.000 libras al financiero Asher Yadlin, ex director de la Caja Medida de la Confederación General del Trabajo. Yadlin había sido propuesto, precisamente por el primer ministro laborista, Rabin, para ocupar el cargo de gobernador del Banco de Israel. Ahora ha sido condenado por cohecho, fraude y evasión fiscal.
Nadie cree en Israel que Rabin y Peres (ministro de Defensa) tengan algo que ver con los delitos económicos de Yadlin. Tampoco parece que el Partido Laborista esté directamente implicado en el escándalo. Lajuez Hadassha Ben Ito, que condenó a Yadlin, se apresuró a declarar que el dinero defraudado no fue a parar a las arcas de los socialistas. Pero Yadlin hizo, a lo largo de su proceso, graves acusaciones contra, al menos, tres ministros laboristas, a quienes acusó de haberse dirigido a él para obtener ciertas cantidades para la campaña electoral de 1973. Sean cuales sean los medios ahora para salvar la imagen del laborismo, éste saldrá malparado del juicio. Por otra parte, la disputa entre los dos líderes laboristas (Rabin y Peres) para lograr la hegemonía en el partido se produce cuando no menos de 35.000 funcionarios públicos (ingenieros, arquitectos, economistas) están en huelga y se anuncian nuevos paros en otros sectores laborales. La galopante inflación que sufre el país -para algunos consecuencia directa de la gestión de Rabin- y el deterioro del poder adquisitivo, sitúan en una posicion muy difícil al primer ministro que partió ganador y hoy puede ser derrotado.
La victoria de Peres significarían, según algunos, el triunfo de la joven guardia, intransigente y, sin embargo, experimentada. Pero se haría a cuenta de la ya muy deteriorada unidad del partido. Nadie espera que tras la elección de uno u otro como candidato a primer ministro en las elecciones del 17 de mayo, el laborismo sea capaz de cerrar filas y presentarse ante la batalla electoral como un bloque homogéneo y poderoso.
Todo esto se produce cuando el secretario de Estado americano, Cyrus Vance, acaba de regresar de Oriente Próximo con apenas algo más que buenas palabras.
Vance sabía que el problema árabe-israelí no iba a resolverse con su sola presencia en aquellas tierras, pero tal vez ignoraba que la situación en los últimos meses no ha mejorado ni poco ni mucho. «Es necesario celebrar conversaciones de paz este año», de.claró Vance a modo de conclusión cuando llegó a Washington, lo que no es decir mucho, o tal vez sea peor que no decir nada. Los árabes han hecho evidentes concesiones a Israel y, según los portavoces de sectores minoritarios favorables a un "diálogo,sincero», Israel está dispuesto a conceder en temas fundamentales, como sería la creación de un Estado palestino en Gaza y Cisjordania. Pero antes de estas concesiones hay que vencer problemas de procedimiento (el reconocimiento previo de la OLP y su aceptación individualizada en las conversaciones, etcétera). Queda, además, el problema de los altos del Golán,y otras posiciones estratégicas que los israelíes no abandonarán mientras no tengan en sus manos un tratado de paz garantizado por los dos grandes. Y, además, la ciudad de Jerusalén, que «no es negociable» para los israelíes.
Hasta que se celebren las elecciones generales no parece probable que los israelíes estén dispuestos a negociar con los árabes. Si este Gobierno lo hiciera no podría prescindir del carácter provisional de sus decisiones. Además, los resultados serán un excelente indicador de las opiniones hegemónicas. A estas alturas, cualquier compromiso sobre el futuro sería, como mínimo, peligroso.
Advertencia de Brandt
En su intervención ante la Convención Laborista, el presidente de la Internacional Socialista, Willy Brandt, criticó abiertamente la actitud intransigente de Israel en el problema de Oriente Próximo. Brandt advirtió que el Estado judío podía quedar aislado en las gestiones de paz en la zona.
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