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Guruceta, otro atentado a la democracia

¿No habiamos quedado que estábamos en el primer año de la predemocracia? ¿No habíamos quedado que Carmen Diez de Rivera y Carrillo se iban a tomar un «chinchón» juntos? En este país se ve que eso de quedar en algo o con alguien es una simple fórmula, porque después de tantos cantos de sirena ya tenemos a un equipo mesetario, el Atlético de Madrid, en la cabeza de la clasificación, con lo cual los hombres más felices de España, al margen de los quinielistas afortunados, son Pinilla Touriño, Jesús Suevos, Vicente Calderón y el marqués de la Florida. La derrota del Barcelona en Salamanca y el triunfo del Atlético en San Mamés han servido para que estemos ante un auténtico revival del bunker.

Jesús Suevos, que hace unos días reclamó para el Ayuntamiento de Madrid una mejora de puestos en lo protocolario, se ha salido con la suya en el fútbol, en donde, por el momento, su equipo es el primero. Y el hecho se ha producido nada menos que en Bilbao y con la colaboración de Guruceta, al que tampoco parece que le gustan los rojos ya que, sin pensárselo dos veces, expulsó a Chechu y encima amonestó injustamente a Iríbar que, como se sabe, es miembro de la Comisión Pro Amnistía de Vizcaya.Al pobre Iríbar, que se le ocurrió echarle una mano a Guruceta, le cayó una amonestación. Sacar de sus casillas al santo «Job» Iribar tiene su mérito. Ni siquiera Kubala había conseguido irritar al meta zarauztarra. Iríbar, al margen de su discusión con Guruceta, dejó bien sentado que todos los problemas que existen entre el seleccionador nacional y los guardametas no tienen razón de ser, porque con alinearle a él todo está resuelto. Pero se ve que para Iríbar este año no hay amnistía.

Siempre me ha parecido Guruceta el mejor árbitro de España, pero a lo que se ve, en Bilbao, tiene mucho interés en demostrar que pese a ser de San Sebastián es capaz de ser neutral y duro con los suyos. Vamos, que con Chechu Rojo es mucho más inflexible que lo era con Amancio.

Tenemos otro tema electrizante. De los problemas de Cataluña hemos pasado a los del País Vasco. Y como nos descuidemos los vamos a tener también en Asturias. Porque ha bastado que Carrillo diga que su equipo es el Sporting de Gijón para que el equipo se haya colocado en el tercer puesto de la tabla. Encima, el domingo perdió en Castellón, club que está presidido por un ilustre miembro del bunker al que le pirran dos cosas; que le llamen el Onasis del Grao y mandar telegramas a los periodistas que no opinan como él para llamarles enemigos solapados de la Patria. Pero, eso sí, en lo de los telegramas no pierde la ocasión de hacerse publicidad y los firma así: Industrias Pesqueras Fábregat.

Lo del «chinchón» habrá que acelerarlo, porque de lo contrario al Sporting no habrá modo de auparle a Primera División. Lo de los careos es fórmula que debe considerarse seriamente. Hablando se entiende la gente. Después de todo el pitote del Camp Nou, parece que Melero y Cruyff estuvieron entre sí la mar de corteses. El camino de la democracia está en los careos. El otro camino solo conducía a la tecnocracia.

Si hubiera habido careo entre el alcalde de Sevilla y el presidente del Betis, ahora no tendríamos al equipo del Benito Villamarín discriminado. Porque resulta que el Ayuntamiento sevillano se ha definido como sevillista y ha dicho no a la bandera andaluza que, como se sabe es blanquiverde, o sea, como el Betis. Y es que, al parecer, los béticos tienen demasiada guasa. Debieron ser ellos los que inventaron aquella saeta de los cuarenta y pocos que decía: «Míralo por donde viene a Jesús del Gran Poder, antes se llamaba Cristo y ahora Serrano Suñer.»

Como el Ayuntamiento sevillista persista en su actitud, veo a los béticos en plan ikurriña, cantando aquella copla que prohibió Queipo de Llano: «Qué bonita está Triana cuando le ponen al puente bandera republicana».

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