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Comienza en Lisboa el congreso sindical

La celebración, en el Palacio de los Deportes de Lisboa, del Congreso de los Sindicatos, que se prolongara hasta el domingo es, independientemente del resultado de sus trabajos, un éxito importante de la actual dirección de la Intersindical y una nueva confirmación de la capacidad de organización de los militantes comunistas que ocupan -y no lo disimulan- los puestos de responsabilidad. Antidemocrática, burocrática para sus detractores dentro y fuera de la organización, esta máquína que se alimenta del tesón militante de una minoría ha resistido a la dura prueba de llevar a cabo la realización del congreso, a pesar de la oposición de los sindicatos llamados de la carta abierta, apoyados inequívocamente por el Partido Socialista.La primera jornada ha sido destinada a la aprobación, con un solo voto contrario y seis abstenciones, del reglamento del congreso. De los 1.140 delegados presentes, respresentando 222 sindicatos, diecisiete uniones de distrito, siete uniones locales y nueve federaciones sindicales, 986 tienen derecho de voto.

El saludo al congreso ha sido pronunciado en nombre de la comisión organizadora -representante de los sindicatos participantes, afiliados o no a la Intersindical- por Kalidas Barreto, dirigente del Sindicato de los Textiles del Sur, militante socialista y ex diputado de este partido a la Asamblea Constituyente. Subrayando que es hora de apretar filas contra los peligros que nos amenazan, y que lo que nos une es más importante que lo que nos divide, Barreto ha pronunciado un discurso cuyo alcance no se limitaba al Congreso de los Sindicatos, sino también al Congreso extraordinar o del Partido Socialista, que se abre hoy en Oporto. Kalidas Barreto se cuenta entre los militantes del ala obrerista del PS, minoritaria en el Congreso de novIembre y que acaba de ver a cuatro de sus jefes de fila (entre ellos los diputados Aires Rodrigues y Carmelinda Pereira) expulsados del partido.

Barreto se ha referido a las presiones del gran patronato nacional e internacional sobre el Gobierno, aprovechando nuestra debilidad económica, a las que el movimiento sindical debe responder alterando la relación defuerzas mediante un proyecto sindical autónomo y coherente, dinámico, pero consciente de las realidades, fuerte, unido y determinado.

Dentro de este proyecto está la lucha del movimiento sindical portugués por su unidad orgánica, subrayando que el congreso deberá ser fraternaImente abierto a la unidad, de manera que incluso los que no están de acuerdo y se alejaron de nosotros puedan sentirse atraídos y regresar.

El presidente de la República, que se encontraba de visita de trabajo en el Algarve, aprovechó un diálogo con un dirigente sindical local para aludir a la situación del movimiento sindical. Los sindicatos deben ser fuertes para defender los intereses de los trabajadores, pero hay que conciliar estos intereses con los del país, si no se corre el riesgo de, en el porvenir, no tener ni sindicatos, ni libertad, ni siquiera país.

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