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Quebrado el amateurismo del baloncesto francés

El amatearismo oficial del baloncesto galo se ha quebrado. Ronald McMillan, norteamericano nacionalizado francés, es el primer trabajador de la canasta reconocido en ese país. El director de trabajo de la Seguridad Social de Clermont ha manifestado que el contrato suscrito entre el deportista y el equipo de la localidad «comporta todos los elementos necesarios para la definición de contrato de trabajo». En España esta realidad profesional se oculta mediante el concepto de «compensaciones en concepto de dieta» para la práctica de este deporte.

Ronald McMillan, jugador de baloncesto norteamericano nacionalizado francés, ha quebrado el amateurismo oficial del deporte de la canasta gala. Los pormenores del caso, publicados en el diario L'Equipe del 23 de este mes, señalan que McMillan -se nacionalizó tras su boda con una francesa - fue apartado del Clermont al considerar su directiva que era el más flojo de los tres jugadores que habían participado en campeonatos extranjeros -la Federación Francesa sólo admite la presencia de dos por cuadro- con que contaban. A McMillan se le rescindió el contrato que le ligaba al club. El jugador, entonces, acudió a un abogado, y éste puso la documentación en manos del director de la Seguridad Social de Clermont con objeto de que su patrocinado se pudiese acoger al paro obrero.El director de la Seguridad Social de Clermont respondió: «El contrato, firmado el 26 de mayo de 1975 por una duración de cinco años, comporta todos los elementos necesarios en la definición de contrato de trabajo: salario, atadura de subordinación y obligaciones diversas entre las que merecen destacarse horarios de trabajo y comportamiento general. Habiendo constatado la ruptura de semejante contrato he dado todas las órdenes útiles a los servicios de la agencia nacional de empleo para que McMillan sea inscrito en calidad de solicitante de empleo y pueda beneficiarse de las garantías sociales vinculadas en esta inscripción.»

McMillan solicitó entonces del club una indemnización y el pago de los atrasos. En noviembre de 1975 un proceso verbal de conciliación entre jugador y club fue firmado delante del juez de primera instancia de Clermont, que homologó el acuerdo. Este acto, al tiempo, implicaba expresamente la vuelta del jugador al equipo, obtener para él una licencia y quedar libre al finalizar la temporada. La Federación se encargó de extenderle una licencia de amateur a un jugador que, según el director de trabajo de Clermont, guardaba un contrato de trabajo.

Las repercusiones que tenga el caso se desconocen. Aunque sí se ha observado alguna reacción favorable al reconocimiento de la profesionalidad de los deportistas de «alta competición». El Basker Ball International News, periódico oficial de la FIBA, en un editorial aludía al hecho de que no se puede continuar en la «hipocresía que existe en todos los deportes» y apuntaba hacia la creación de « un estatuto particular para los deportistas de élite».

En opinión de Segura Luna, primer presidente de la Federación Española, elegido por sistema democrático, la apreciación por parte de la Seguridad Social de Clermont de contrato de trabajo es justa. Pero en el baloncesto español, dadas las estructuras que hoy lo rigen, un asunto similar sería poco viable. «Sólo en el caso de que se llegara a acreditar que existe una relación retribución-trabajo y trabajo-retribución.»

El baloncesto español no admite la retribución compensatoria a un trabajo, sino la «compensación en concepto de dietas». Existe «una ocultación de cualquier retribución», pero el hecho innegable es que el deportista ha de dedicar muchas horas a su trabajo.

Aunque para Segura de Luna en el «campo en el que nos movemos difícilmente podemos seguir», la ley de Relaciones Laborales no podrá afectar directamente «mientras nos mantengamos en este ocultismo».

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