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Disensiones en el Partido Socialista Portugués

Pocas semanas antes del comienzo del congreso del Partido Socialista Portugués, una violenta lucha verbal se ha desencadenado entre los líderes de las tendencias de izquierda y derecha. Los observadores más pesimistas presagian una ruptura definitiva entre el ala «socialdemócrata» y el ala «izquierdista».

Lo más probable es, no obstante, que, una vez más, el perenne «centrista» y hábil negociador secretario general, Mario Soares, la impida; aunque para ello tenga que poner a prueba su propia posición política, como hizo en el congreso celebrado en diciembre de 1974.La existencia de «varias corrientes de opinión» en el seno del Partido Socialista no es un secreto para nadie. El propio Mario Soares lo ha reconocido, aunque se niega a calificarlas de tendencia. Antonio Reis y Lopes Cardoso, actual ministro de Agricultura, representan el grupo llamado «izquierdista», mientras que Manuel Alegre, actual secretario de Estado de Comunicación Social y portavoz del Gobierno, aparece como líder de un numeroso grupo de socialistas en el que, de una forma u otra, están también Salgado Zenha, Jorge Campinos y, sobre todo, el actual ministro de Educación, Sottomayor Cardía.

Al parecer, todo comenzó a finales de la pasada semana, en una reunión de militantes socialistas que actualmente desempeñan cargos en la Administración pública. Lopes Cardoso, asistente a la reunión por ser miembro del Secretariado Nacional, pronunció un importante discurso ideológico en el que indicó que «los socialistas no deben de ir detrás de la pequeña y media burguesía».

Al día siguiente, Mario Soares, actual primer ministro, indicaría que «la revolución es difícil», y que «no se debe querer ir demasiado deprisa». Aunque Soares no se refirió al discurso de Lopes Cardoso, los observadores interpretan que el líder socialista se apresuró a quitar importancia a las declaraciones de su «izquierdista camarada», con la mirada puesta en las próximas elecciones municipales.

En las conmemoraciones del 5 de octubre, aniversario de la implantación de la República portuguesa de 1910, Manuel Alegre pronunció un discurso en el que se refirió a «los errores» de la Segunda República, y en este sentido declaró que los socialistas portugueses no podían comportarse como Altamirano en Chile.

La federación del área urbana de Lisboa del Partido Socialista, recientemente remodelada (la antigua, formada por elementos pro-izquierda, dimitió y ha sido sustituida por otra más derechista, controlada por Manuel Alegre), difundió la pasada semana un comunicado en el que llamaba la atención «hacia los dirigentes que estaban metidos en un complot para formar un nuevo Partido Socialista en alianza con los militares». El comunicado dejaba entrever la existencia de «submarinos» procomunistas en los altos órganos del partido.

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La respuesta de Antonio Reis, uno de los líderes de izquierdas, fue inmediata. Como secretario nacional, hizo emitir otro comunicado indicando que no tenía conocimiento de tal complot

En algunos sectores socialistas existe, por otra parte, una declarada inquietud por la actuación del ministro de Educación, Sottomayor Cardía, uno de los líderes del ala derecha del partido. Cardía, tras los pocos meses en que lleva desempeñando esta cartera, se ha ganado el odio del Partido Comunista, a centenares de cuyos miembros ha depurado, mientras admitía a los «expulsados por connivencias con el fascismo».

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