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Rutinaria y mediocre programación infantil

Dentro de la rutinaria mediocridad de la programación veraniega, los espacios infantiles mantienen, en conjunto, la distancia comunicativa directa con el niño. Heterogéneos, sin interés cultural, además de los discutibles criterios pedagógicos y escasa atención a la calidad de su realización. El niño, sin embargo, es escandalosamente bombardeado por los mensajes publicitarios que se intercalan en sus espacios.El público infantil está contra la pared: optar entre la pedantería pedagógica de los innumerables globos -salvo algún acierto- o agarrarse a cualquier telefilme de sobremesa, con lo cual viene a demostrarse que, a excepción de los rombos, la televisión unifica las edades del público. Manuel Rosado, alias «el Doctor» en el mundillo de la «tele», prepara Los niños no sois tan niños, con el hándicap nepotista de que su hijo Lolo (diez años) será el presentador-puente del programa.

Teatro Club ofrece un pretencioso drama rural tipo costumbrista de Fernando Macías (Campanadas sin eco), según versión de Luis María Güell: Diego trata de violar a María sobre fondo coral de personajes tópicos del pueblo. Dejando a un lado el serial a propósito de Los Dombeys (Charles Dickens), Un, Dos, Tres y el Palmarés (retrospección de premios y vanguardia publicitaria de Bárbara Rey), lo más interesante es la sección divulgativa (Cita con la historia y La Isla de Pascua (II), además de las retransmisiones deportivas: el Gran Premio Fórmula I de Monza, después del arrepentimiento de la casa Ferrari; el encuentro de fútbol Celta-Atlético de Madrid y los campeonatos mundiales de hockey sobre patines.

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