Endurecimiento del conflicto de los controladores
Prosigue la huelga de celo de los controladores de los aeropuertos de Madrid y Barcelona. Los efectos de la misma sobre el tráfico aéreo se manifiestan en forma de retrasos importantes en buen número de vuelos. Muchos pasajeros que ven producirse los reiterados retrasos o que pierden combinaciones previstas o incluso que sufren cancelaciones de vuelos, muestran su indignación por estos hechos.La situación de Madrid y Barcelona se extiende al resto de los aeropuertos nacionales y a algunos internacionales. En Inglaterra la corriente turística, especialmente del charter, es la principal afectada por este singular conflicto. En algunas ocasiones los retrasos han sido de hasta diecisiete horas en vuelos de Londres a Palma debido a que al problema de los controladores españoles se ha unido una importante niebla sobre Londres.
Ayer tarde en Barajas en el corto espacio de las cinco horas transcurridas entre las cinco de la tarde y las diez de la noche, 25 vuelos nacionales sufrieron retrasos de entre media y cuatro horas. Dos vuelos de Aviaco a Bilbao y San Sebastián fueron cancelados. Un vuelo a Vigo fue desviado a Santiago para que los viajeros siguieran desde allí por carretera, cuyos gastos corrieron a cargo de la compañía. Las llegadas nacionales, pendientes siempre del personal de aterrizaje de Madrid. sufrieron también retrasos que oscilan entre la media y las tres horas.
En internacional, el vuelo Madrid-Caracas sufrió un retraso de seis horas. El resto de los vuelos funcionaron con más normalidad ya que las demoras oscilaron alrededor de la media hora.
A última hora de la tarde los retrasos acumulados aumentaban la complejidad de los vuelos, aunque en fuentes del aeropuerto se indicó a EL PAIS que se tendía a una próxima normalización horaria.
En otros aeropuertos la situación, según han sabido los corresponsales de EL PAIS, estaba planteada en los siguientes términos:
Barcelona presentaba una situación de cierta normalidad aunque numerosos vuelos sufrían retrasos de más de una hora. En Ibiza las demoras eran de un promedio superior a la hora y media. En el aeropuerto internacional de Palma los retrasos llegaban a las nueve horas para los vuelos charter y a las dos o tres horas para les regulares. Algunos grupos de turistas han tenido que retrasar sus vuelos y prolongar su estancia en la isla. En Santiago, con el aeropuerto en obras de ampliación, la situación era similar, notables retrasos en los charter y menos importantes en vuelos regulares. En Valencia la situación podía calificarse de normal, con retrasos entre veinte minutos y media hora.
Las peticiones de información que se han hecho a las oficinas de Tráfico por un redactor de EL PAIS en Madrid y por varios corresponsales en otros aeropuertos no han obtenido más que silencio y negativas. En Madrid dijeron: «En horas de servicio no podemos informar. la Subsecretaría de Aviación Civil ha dado orden de no facilitar ninguna información sobre este tema».
Sin expectativas de solución
La huelga de celo se prolonga ya desde hace quince días y en este tiempo se ha avanzado poco para su solución. Inicialmente las autoridades aéreas negaron incluso la existencia de anormalidades. Más adelante, los controladores hicieron saber sus reivindicaciones que se refieren fundamentalmente a calificaciones profesionales, y a sistemas modernos de control de vuelos. «Las condiciones de seguridad rozan los mínimos».
Aburrimiento e indignación en Barajas
Aunque la situación ayer en el aeropuerto de Barajas era, a juicio de los empleados, de menor importancia que durante el pasado fin de semana. los retrasos, en prácticamente todos los vuelos se hicieron notar en la gran cantidad del público que esperó de media a cinco horas a la salida de sus aviones. «Venimos de Suiza con una hora de retraso y vamos unos a San Sebastián y el resto a Alicante. Los de San Sebastián tenemos programada una hora de retraso, pero los de Alicante deberán esperar cuatro horas».
El ambiente en el aeropuerto era ayer especial, la totalidad de las butacas ocupadas y muchas caras de cansancio eran las normales escenas tras producirse hasta tres cambios de horario sobre la hora prevista.
Cuando el altavoz del aeropuerto comunicó que eran suspendidos los vuelos de la compañía Aviaco con destino a Bilbao y San Sebastián, los nervios se desataron. «Esto es un chantage, si tienen problemas que negocien las condiciones de otra forma». «Ahora tenemos que tomar un taxi hasta Bilbao, ¡fíjese, hasta Bilbao!». «Nos han tenido media hora en la puerta, quince minutos en el autobús y un buen rato en el interior del avión y ahora nos comunican que tenemos cancelado el vuelo».
Numeroso público se lanzó materialmente sobre unas azafatas que sólo sabían repetir: «nosotras no tenemos la culpa si han esperado tanto tiempo. Perdonen las molestias. Se les devolverá el dinero». Un grupo de chicos que venían de celebrar una competición de atletismo junior se lamentaba de no llegar a San Sebastián con el tiempo para realizar los entrenamientos necesarios. Dos turistas franceses que regresaban a su país y que habían dejado sus coches en Bilbao se preguntaban que era lo que podían hacer. «Si por lo menos hubieran avisado con tiempo habríamos tomado todos el Talgo que salía a las cuatro de la tarde ».
La desesperación no era sólo para los viajeros nacionales. «Ocho horas esperando para irnos a Caracas. Nos hicieron venir a las doce y media ya que el vuelo salía entre las dos y las dos y media. Al llegar nos dijeron que nuestro vuelo se retrasaba cuatro horas. La compañía nos dio unos tickes para poder comer y aunque podíamos irnos a Madrid la mayoría prefirió quedarse. Después nos dijeron que debíamos esperar otras cuatro horas más y aquí estamos».
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