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El trofeo Vallecas acabó en batalla campal

Deprimente espectáculo el del trofeo Vallecas. El resultado fue lo de menos, entre otras cosas, porque como casi siempre ocurre ganó el que menos se lo mereció. Y decimos deprimente porque el partido concluyó con una pelea callejera entre los jugadores, impropia de estos fútbolistas que ahora reclaman una legislación y unos derechos. ¿Tiene un hombre derecho a algo cuando es capaz de dar una patada a un semejante en el suelo?Todo empezó cuando pasaban veinte segundos de la hora. Una falta del Jaén desenlazó las peleas más chavacanas que hayamos podido jamás presenciar. Patadas, plantillazos, puñetazos, hasta que corrió la sangre. Huerta acabó con la cabeza abierta. Y el público encima fue capaz de animar enfervorizadamente al Rayo, mientras los jugadores del Jaén no podían entrar en los vestuarios dada la cantidad de botes de cerveza que caían sobre ellos.

El partido comenzó con una total entrega del Jaén sobre el campo. Fermín se inhibió y el Rayo anduvo a la deriva durante todo el pri

mer tiempo. Sólo buscó el gol en el contraataque, pero Monterde, un valladar de excepcional efectividad, se bastó por sí sólo para contrarrestarlo. Los goles jiennenses no llegaron porque el árbitro no quiso señalar dos clarísimas zancadillas en el área del Rayo.En la segunda parte, el Rayo, animado por un público que cuantas más patadas daban los jugadores más se enardecía, se intentó volcar sobre la meta del Jaén sin ninguna efectividad. Dejó al descubierto sus fallos a la hora del remate y su juego evidenció una vulgaridad semejante a cualquier juego de fútbol regional.

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