"Nuestros muertos valen menos"
Leo cómo los americanos valoran la vida de un ser humano en diecisiete millones de pesetas, y me viene a la memoria cómo coincide esta cifra con la estimación hecha en Suecia.Tomas Turbell, ingeniero encargado de la investigación en el tráfico, me aseguraba en enero de este mismo año, que la valoración de un ciudadano sueco se calculaba en un millón de coronas (15.500.000 pesetas). Este, que fue para mí insólito descubrimiento, se producía en la inauguración del Instituto para la Seguridad en el Tráfico, magnífico edificio de nueva planta, integrado en el conjunto de la Universidad de Nosopking, y cuyo costo de 1.200 millones de pesetas, me aseguraba Turbell, quedaría amortizado en un año, contando con la citada valoración de 15 millones de pesetas por vida ahorrada.
A favor de la seguridad
Aquel mismo día, y para celebrar el acontecimiento, en lugar de aguas benditas, Turbell y sus colaboradores tenían preparada una interesante prueba dinámica, consistente en colisionar un turismo a 60 km. por hora contra una sólida barrera, de hormigón. La prueba pretendía demostrar -y demostró- que la distancia del suelo a que deben ir las barreras de protección trasera de los camiones (0,65 metros, medida internacional obligatoria, que no lo es en España), podía ser rebajada a 0,45 metros, con lo que se impide de una forma más eficaz que los turismos que choquen con un camión por detrás, no penetren debajo de éste, decapitando de este modo a sus ocupantes.Confieso mi pobreza de recursos para describir a ustedes el ambiente profesional y técnico, a la vez que festivo, de aquellos modernos vikingos enfundados en sus batas blancas. Por no haber dado tiempo a poner en funcionamiento el cilindro neumático, que tendría que haber catapultado al vehículo del experimento, se utilizó un ingenioso sistema de poleas y cables que arrastraba a cierta velocidad un camión manejado por el propio Turbell desde unas maravillosas pistas de aceleración y frenado que había en el exterior del edificio.
Trabas burocráticas
Recordando aquella escena, no puedo sino evocar mi reciente visita a la Delegación de Industria de Madrid, en la que entre otras cosas pude saber, por el funcionario correspondiente, cómo, cuando Industria descubre y recomienda unos terrenos para dedicar a su trabajo, un arquitecto que no per tenece a ese Ministerio, utilizando medidas inflexiblemente burocráticas, acaba dictaminando la imposibilidad de la compra... Y así seguimos.Pero volvamos al perfil pura mente crematístico recientemente descubierto por americanos y suecos, y valoremos sin pretensiones y teniendo en cuenta el inferior valor de nuestra peseta, que la vida del celtíbero medio no valga más que cinco milloncejos:
Los casi 5.000 muertos en el tráfico el pasado año, multiplicados por los cinco millones expresados, dan como resultado 25.000 millones de pesetas.
Y si tenemos en cuenta los diez o doce últimos años, llegamos a cifras que producen frío.
Dios sabe que no quiero ser irrespetuoso, pero sí hacer reflexionar a quien corresponda sobre cantidades muy superiores, gastadas en el pasado, cuya rentabilidad al bien común, no puede ni compararse con la que reportaría el dotar a las autoridades de Tráfico de los medios necesarios para combatir eficazmente la muerte.
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