Senos
Opalos o Tasia, cualquiera de ellas, se saca un seno en el Nieva-Holliday, y vemos que lo tiene fresco. Por las traseras cuatrifónicas de la Gran Vía, los travestís exhiben unos senos de inyección, aire comprimido, cirugía y hormonas, Victoria Vera, mientras se toma inapetente el caviar en la calle de la Bola, me dice que se le hace tarde para ir al teatro (a enseñar los senos).En los revistones violentos de La Latina, con la gracia chuleta de Camoiras, las europeas de largas piernas lucen senos ligeros, ese «instante de un seno entre dos camisas» que viera el poeta francés. En el Gay Club, bajo el imperio canario y tomatero de Paco España -el genio albañil del travestí-, alumbran los senos falsos del unisexo, y en la llíada rural y republicana de «Pascual Duarte», premiada en Cannes, pasan fugaces los senos breves y extremeños de la hermana incestuosa del criminal.
Estamos en la fiesta de los senos. Madrid era una fiesta de senos desnudos, senos falsos, grandes senos artificiales, breves senos reales y ligeros como los de mi primera novia. Ha venido, cuando menos, la democracia de los senos. Ramón, con corona fúnebre de greguerías en la sacramental de San Justo, escribe nueva prosa sobre esta eclosión de los senos en la primavera predemocrática de Madrid.
Senos de parafina, senos de aire inyectado, senos de hormona inoculada, rígidos senos de ortopedia en la anatomía esbelta y equívoca del transexual. Hay mucho cuento en la democracia de los senos. ¿Y para esto hemos hecho una guerra y esperado después cuarenta años? ¿Para ver los senos artificiales de un hombre en lugar de los dulces senos inocentes de una ninfa constante o inconstante? Lo mismo puede pasar con la democracia y la apertura, cuidado. Que no nos pongan unas urnas artificiales, rígidas, prefabricadas, con el escrutinio ya dentro, incorporado. Queremos demócratas de verdad y no el camelo unisexo de un centauro liberal y falangista. A una modelo le pusieron demasiada parafina y murió en el trance. La que lleva senos metálicos por debajo de la piel se ha asegurado un contrato de trabajo al margen del sindicato vertical, pero ya no está García Carrés -¡ay!-, que anda haciendo régimen por perder peso ideológico, para controlar la calidad del seno. Tras cuarenta años de represión y abstención, no ha llegado por fin la consagración botticelliana de la primavera de los senos, sino una falsa primavera de senos falsos, donde sólo quiero imaginar vivos y ciertos los senos gentiles de mi gentil Victoria Vera. No sé, ya digo.
Pero puede pasar lo mismo con la libertad, con la democracia, con las elecciones, con todo. Que no nos den una democracia pactada y de mentira. Que no queremos el travestismo político del que se cambia de chaqueta sin manos. Nada por aquí, nada por allá, nada entre dos senos.
A una calle tan pecadora como Padre Xifré (qué horror, ponerle nombre de cura a esa calle, que le decían también Padre Yeyé) se puede ir a ver los senos azules y entrevistos de las muchachas que hacen de árbol azotado por el viento de Lesbos. Pero Rosa Valenty prefiere volverse del revés y que le veamos otras abundancias más reales. Es la democracia de espaldas. Con el calor suave de junio, las adolescentes engelianas llevan el seno suelto bajo la camiseta de rebajas. Es la verdad de la vida frente a la mentira del arte a cuatrocientas pesetas la consumición. Ya nos han engañado en lo de los senos.
Que no nos engañen en todo lo' demás.
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