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Amenazas a España y papeles de Ias Fueras Armadas

En esto del valor estratégico de un territorio hay que ser muy relativistas. ¿Qué tiene más valor estratégico, el frente defensivo de Europa central, que si cayese en un conflicto significaría la pérdida de una potencia tan considerable coimo Alemania Federal, o la posición española sobre el estrategiquísimo estrecho de Gibraltar, que sólo caeria en manos de los enemigos cuando casi toda Europa occidental hubiese sido ocupada?. Un territorio que esté a merced del enemigo, pero con una gran riqueza económica y humana como Alemania, tiene un alto valor estratégico, distinto, naturalmente, al de un territorio difilcilmente expugnable por ese enemigo, pero menos denso en riquezas y vidas. En esto de los valores, las categorías no se inscriben en el orden del ser («esto es más estratégico que aquello»), sino en el del valer. Y ya se sabe,que el valer es funcional: « vale para esto, vale para lo otro ».Así que el supuesto valor estratégico de España vale para una cosa, no vale para otra. Los comentaristas ven esto claramente: «Estratégicamente hablando, España podría añadir muy poco a la alianza en el frente central, incluso si contribuyese con una división acorazada, o dos divisiones de Infantería, mecanizadas». El mismo autor, sin embargo, añade: «El principal valor estratégico de España está en el Mediterráneo, y es aquí donde su contribución a la OTAN, en el desarrollor de una conciencia mediterránea, es más importante».

Otro autor incide con el mismo ángulo: «En la zona marítima (del Mediterráneo occidental), en que la columna vertebral franco-ibérica constituye el único armazón posible, la notable infraestructura existente, puesta al servicio de un sistema de defensa marítima organizada y sin exclusiones, representada por un coste considerablemente inferior, el valor eficaz de buen número de task-forces y de portaviones» (2).

¿Por qué tanta insistencia en el Mediterráneo? Aunque es verdad lo que, dice de la relevancia de España en el contexto mediterráneo, no es toda la verdad. Ni en lo que atañe a los intereses españoles en conjunto, ni tampoco, en cuanto a las relaciones defensivas de España con las otras naciones europeas.

El escenario. mediterráneo de la defensa occidental se percibecon creciente aprensión. El conflicto de Oriente Próximo, la riña de dos aliados de la OTAN, Grecia y Turquía, la previsible crisis de sucesión en Yugoslavia, con una hipotética amenaza soviética contra la frágil unidad federal del país, la eventualidad de un acceso de los comunistas al poder en Italia y Francia, las incertidumbres del proceso de reforma posfranquista en España, y la debilidad político-social de Portugal... Todo ello agrava una situación que se ha caracterizádo por la falta de un sisterna defensivo cohesionado como el que existe en Europa central. En el Mediterráneo existe una serie de acuerdos bilaterales militares de los Estados Unidos con todas y cada una de esas naciones (excluida Francia, pero incluida Yugoslavia desde hace pocos días). Ahora bien, ninguna de esas naciones mantiene acuerdos militares con otra de la misma área, excepto en el caso de Francia respecto de España, donde existe una intensa cooperación en el terreno militar, que no llega todavía a la categoría de sistema defensivo.

Estas son las razones de la preminencia del tema mediterráneo, y no unas supuestas amenazas navales soviéticas, que no han llegado a materializarse, como se temía a principios de los años setenta. No existe amenaza seria soviética en el plano de la guerra clásica, ni por mar ni por aire. Esto lo repiten los estudiosos y los tesponsables uniformados. En el despliegue naval soviético en el Mediterráneo nada hay comparable a las dos task forces de la VI Flota, con unas 40 unidades navales y 170 aviones. Tampoco existe una sola base naval soviética, ni naval ni aérea, en el Mediterráneo, si se exceptúan las facilidades portuarias en Siria. Si de Siria saliesen aviones de combate soviéticos contra Occidente, sólo podrían alcanzar las costas italianas repostando en el aire, lo que haría que el riesgo de este ataque se multiplicase por dos. La posibilidad de ataque por sorpresa de los buques de superficie se reduce considerablemente si se tiene en cuenta la facilidad con que serían hundidos por las fuerzas aéreas, basadas en plataformas fijas en el continente y en las islas, y por fuerzas navales nacionales, en conjunto muy superiores a nada que los soviéticos hayan podido desplegar hasta hoy en ese mar. Los submarinos sólo presentarían una amenaza importante si hubiesen pasado los estrechos en cantidad suficiente, antes de las hostilidades.

Para hacer frente a este nivel relatívamente bajo de amenaza, España cuenta con un inmenso portaviones continental, y con una Marina que, con sus cinco modernas fragatas, va alargando las líneas de tráfico que puede proteger. El interés demostrado recientemente por la Marina hacia la propulsión nuclear, y su plan de construir un portaviones, dotarían a España de un potencial naval perfectamente apto para su uso en el Atlántico.

Es por el Atlántico por donde puede proceder una eventual amenaza soviética, en forma naval. Esto sólo sería posible si la flota soviética del norte hubiese roto el despliegue naval de la OTAN, que depende en su 80 por 100 de la Royal Navy, o si hubiese situado sus unidades en alta mar por adelantado.

Una amenaza muy considerable la presentarían los submarinos que operasen. en el Atlántico, ya que allí no podrían ser fácilmente localizados. Sin embargo, las posibilidades de que estos navíos pasasen el estreqho serían .meramente episódicas ante una defensa antisubmarina tan fácil como la que se puede ejercer en ese paso marítimo, si se dispone, de la tecnología adecuada.

La importancia del frente naval atlántico se acentúa cuando entran en el cuadro las islas Canarias y la necesidad de mantener abiertas las líneas de comunicación trasatlánticas.

Si ésas son las amenazas deducibles del valor estratégico de España, no hay duda de que se pueden sacar consecuencias respecto de las funciones y estructura que ha de adoptar la fuerza militar española.

Pero cabe añadir otras consideraciones. Resultan éstas de la apreciación del general Kenrieth Hunt, del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos, de Londres, en torno a una importante contribución que España podría hacer a la defensa europea: la presentaación intacta de su espacio físico, España, con real estate, esto es, como amplió solar de reserva, como extensión apta para la ocultación, y dispersión de fuerzas, y como plataforma segura (ya que está lejos del enemigo) para las rutas aéreas aliadas. De aquí se derivan consecuencias claras para la función de defensa operativa, del territorio (para emplear la expresión francesa), que atañen directamente a las fuerzas de tierra.

1G. L. Williarns y A. L. Williarns, Crisis in European Defence.

2. Capitán de navío A. Leost, en Forces Armés-Françaises, publicado en la revista Ejército número 425, junio 1975, traducción del cornandante Francisco García Bellsolá.

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