Asistentes sociales: una profesión a tomar en serio
Frente a la consideración de tarea benéfica, los asistentes sociales plantean su trabajo al servicio de los problemas reales de la sociedad. Para ello -dicen- es necesaria una preparación diferente y de mayor nivel para los nuevos profesionales. El paso de sus estudios a la Universidad lo consideran ineludible.
Aunque hace unos días llevaban a cabo un paro dentro de las medidas que han ido tomando para lograr sus reivindicaciones, los alumnos de asistentes sociales siguen sin noticias de que se esté tramitando la respuesta a alguna de sus peticiones: replanteamiento teórico de la profesión, plan de estudios de cara a su encuadramiento en la Universidad, situación actual del trabajo, social, organización y funcionamiento de las escuelas y medidas a tomar para lograr su paso a los estudios universitarios.Los estudiantes de las escuelas de asistentes sociales piden el paso de sus estudios a la Universidad desde hace tiempo, ya que la ley General de Educación no encuadraba estas escuelas en ningún sitio, por lo que se solicitaba fueran consideradas como escuelas universitarias.
Ya en junio de 1975 se planteó no presentarse a reválida para conseguir el encuadramiento universitario y un nuevo plan de estudios. La postura se tomaba a nivel nacional.
En enero del 76, representantes de casi todas las escuelas de España -unas 36, 25 de ellas pertenecientes a la Iglesia, siete a la Sección Femenina, una con carácter oficial y varias a entidades privadas, como la Cruz Roja, Cajas de Ahorro o Universidades Laborales- se reunieron en Barcelona para estudiar la situación de la profesión, tanto en el plano teórico como en el práctico. De allí salió la necesidad de reorganizar el funcionamiento de las escuelas -planes de estudio, etcétera- y de dar al trabajo social un carácter distinto al que, en general, venía teniendo, haciendo hincapié en la concepción de servicio a la sociedad, más que en el plano de la beneficencia.
Como medida para apoyar estos planteamientos se decidió llevar a cabo una semana de paro activo en toda España en el mes de febrero. Además, se fijaron las fechas del 2, 3 y 4 de abril para, celebrar una asamblea nacional en Madrid, con participación de alumnos y algunos profesionales, punto éste que los estudiantes consideraban muy importante, pues se pretendía llevar todas las acciones de la forma más unitaria posible. En las jornadas de abril se votó unánimemente el encuadramiento universitario y se fueron pidiendo una serie de entrevistas con el ministro de Educación, señor Robles Piquer, quien desde enero había prometido a los asistentes sociales ocuparse del tema, aunque sin compromiso de plazos. Con esta petición se firmó en todas las escuelas de España una carta, entregada en el Ministerio el 23 de marzo.
Ante la falta de respuesta por parte de los organismos competentes, el pasado 5 de mayo paraban de nuevo todas las escuelas de asistentes sociales y se formulaban en dos puntos las reivindicaciones de estos alumnos: paso a la Universidad, con el consiguiente cambio del plan de estudios, y estatalización de la profesión, que el Estado se hiciera cargo de los asistentes sociales.
Los estudiantes consideran que el trabajo social nace de instituciones con fines benéficos o caritativos y al servicio de unos determinados esquemas socio-políticos y que, por tanto, en la actualidad hay que poner ese trabajo al servicio de la sociedad y sus problemas reales. Para ello -afirman-, no basta ya con solucionar los problemas con pequeños parches, sino que hay que analizar las estructuras que los causan e ir a la raíz; esto es, enmarcar la actividad del asistente social dentro del trabajo comunitario.
La concepción anterior lleva a los alumnos a plantearse la situación actual de la carrera, desamparada en cuanto a encuadramiento se refiere. En 1964, al crearse estos estudios, nacieron formando parte de la formación profesional; luego, en el 70, la ley General de Educación los dejaría en el vacío. Los alumnos afirman que con el paso de sus estudios a la Universidad no pretenden un mayor status o la mera obtención de un grado académico superior, sino una formación básica más amplia y humanística, de técnica sociológica, que se acopla mal al sistema de formación profesional.
La petición conlleva un mayor nivel en quienes acceden a estos estudios y pretende solucionar la inadecuación que se ha observado en años de práctica entre los estudios cursados y el trabajo que se pretende realizar.
Colegio profesional
Otra de las cuestiones que plantean los asistentes sociales, tanto los alumnos como profesionales, es la constitución de un colegio profesional. El abandono de la carrera durante años por parte de los organismos competentes -estiman- ha llevado a una gran dispersión de los profesionales, pues se encuadraban en «asociaciones de tipo cultural o de ex alumnos. Y aunque existe una federación de asociaciones, no tiene el carácter ni cumple la misión de defensa profesional.Las peticiones de colegio profesional les han sido denegadas por el nivel del título -aunque, dicen, los peritos sí lo obtuvieron- y por no haber un mínimo de profesionales para formarlo. Cuando solicitaron el reconocimiento de agrupación sindical, les fue denegado alegando defecto de forma. Se llega así a una total indefensión profesional y se abona el campo para el intrusismo, con las especiales connotaciones que tiene en el terreno de la asistencia social, ya que ejercen en el mismo monjas y demás personas u organismos benéficos, que hacen que la profesión esté falta de prestigio. Además, se da la circunstancia contradictoria de que haya intrusismo al tiempo que profesionales en paro.
Pese a lo anterior, la falta de respuestas concretas lleva a los asistentes sociales a plantearse hasta qué punto interesa realmente a algunos sectores la creación del colegio profesional o el sistema del trabajo social. Hasta ahora -dicen-, la carrera era más un parche que unos estudios con nivel. Si la carrera es un agente potenciador del cambio social, ¿interesará realmente? Es la pregunta que se formulan.
Carga ideológica
Hay que tener en cuenta, además, que, junto a las peticiones formales de integración universitaria y colegio profesional, por ejemplo, los actuales alumnos y profesionales han expuesto una serie de puntualizaciones: al ser una enseñanza privada, lleva una fuerte carga ideológica, de la Iglesia y la Sección Femenina, principalmente, ya que estos organismos controlan la mayoría de las escuelas; no se cumple en la mayoría de las mismas el precepto legal de que, a falta de un director profesional, lo sea el subdirector. Estos dos puntos anteriores -dicen los afectados- unen a una enseñanza autoritaria y acrítica la Condición de deficitaria.Por otra parte, hay una desconexión entre la teoría y la práctica de los estudios; las prácticas no dan una visión del campo profesional y suponen la utilización del alumno y el pluriempleo de muchos profesionales a costa de sus alumnos de prácticas. Los profesores -dicen también los estudiantes- no conocen, en su mayoría, el trabajo social ni la estructura misma de la carrera.
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