Carlos Alcaraz, a lomos de la inercia
El número dos mantiene la dinámica ganadora de Indian Wells y ofrece otro recital ante Carballés (6-2 y 6-1, en 1h 25m), en busca de un doblete histórico en Miami
No afloja Carlos Alcaraz, disfrutón y a la vez serio. Lanzado. A lomos todavía de esa fantástica ola que cogió en Indian Wells y que sigue surfeando una semana después, en Miami. Tiemblan las pelotas, despeluchadas por la humedad y, sobre todo, por los constantes zurriagazos del murciano, tan violento como sofisticado en el golpeo: tan pronto revienta la bola como traza una dejada milimétrica y delicada, o bien detiene el tiempo. Todo lo hace, y casi todo lo hace bien en este sábado en el que a Roberto Carballés, gran tenista y magnífico tipo, le salta la risa floja mientras esprinta para intentar devolver uno de esos globos. Piernas y más piernas, porque es bien veloz, pero nada que hacer. La parábola es perfecta, él asiente y se pregunta: ¿Cómo demonios lo hace? Después, el marcador desemboca en el definitivo 6-2 y 6-1 (en 1h 25m) y el murciano saborea otra victoria. La valiosa rutina de estos días.
“Me siento muy bien física y mentalmente. Estar a gusto, tranquilo y en paz fuera de la pista es fundamental”, comentaba dos días antes del estreno, después de haber engarzado su segundo trofeo en Indian Wells y de haber dejado atrás un periodo de curvas y dudas, ya superado. Disfruta de nuevo Carlitos y así lo transmite en cada intervención, categóricas las seis de California —cedió un solo set, en el estreno frente a Arnaldi— y esta primera en Florida también; resuelta, cómo no, a su manera, a base de latigazos y caricias, y con esa capacidad innata y genuina para congelar el instante, como en esa acción en la que la bola le llega mansa y a media altura, se invierte para cargar el tiro y conecta un ganador con la derecha que alcanza los 172 km/h y que arranca la onomatopeya de la grada. Otra vez, deleite y fascinación: “Ohhhhhhh!”.
Poco se puede hacer ante este Alcaraz con ritmo e inspirado. Tormenta asegurada para el de enfrente. Pregúntenselo a Zverev, a Sinner, a Medvedev. O a Carballés, claro. Sorteada esa última franja de inestabilidad, de no terminar de estar del todo cómodo dentro y fuera de la pista, el número dos vuelve a disfrutar de pleno y a resolver los duelos a su antojo, como si hubiera encendido el piloto automático y dé igual que pueda proponer el de enfrente. Loable lo del granadino, que ante el chaparrón que le cae y la más que probable derrota que se avecina, no se esconde ni rehúye, sino todo lo contrario: juguemos, juguemos. El desenlace es el previsible, pero el recorrido ofrece algunos intercambios hermosos y un tuya-mía del que casi siempre sale bien parado Alcaraz; esto es, el superior.
“Al final, mi juego es mi juego”, simplifica. “Tengo ese abanico de golpes que me permite estar en cualquier momento más al ataque, o bien a la defensiva, jugar bolas planas o más liftadas. Tengo esa variedad y creo que es bueno”, prolonga con satisfacción el de El Palmar, de nuevo en ebullición, otra vez intimidatorio; cinco roturas y tres negativas —las tres únicas que se granjea el rival, las tres en su primer turno de servicio— le guían hacia la siguiente estación, en la que chocará el lunes con el veterano Gael Monfils (6-7(3), 6-1 y 6-2 a Jordan Thompson). Lo hace a base de ritmo y más ritmo, cambiando de marcha cuando le conviene y descargando 18 golpes ganadores, por los siete de Carballés, fundido ante tantísima exigencia, que no entregado. Lo pelea todo, pero no hay manera. No ante semejante demostración de fuerza.
107MPH FOREHAND WINNER 🤯
— ATP Tour (@atptour) March 24, 2024
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“Lo vi por primera vez con 15 años, en Murcia. Era flaquito, pero tenía una velocidad de bola que no era normal para su edad. Y sigue siendo el mismo de entonces”, observa el andaluz —nacido por circunstancias en Tenerife—, mientras Miami ofrece un cúmulo de retos al campeón de hace dos años.
Si vence del día 31, Alcaraz elevaría su sexto Masters 1000 e igualaría a Daniil Medvedev, el mejor de los mortales en activo; se convertiría, también, en el octavo tenista en ganar más de una vez el torneo, algo que no sucede desde que lo consiguiera por segunda vez el escocés Andy Murray, en 2013; además, reduciría a menos de 300 puntos la renta de Novak Djokovic en el trono, con la gira sobre tierra batida a la vuelta de la esquina; y, para redondear, firmaría un doblete —Sunshine Double, Indian Wells y Miami seguidos— que en la modalidad masculina solo han logrado Jim Courier (1991), Michael Chang (1992), Pete Sampras (1994), Marcelo Ríos (1998), Andre Agassi (2001), Roger Federer (2005, 2006 y 2017) y Nole (2011, 2014, 2015 y 2016).
NAOMI OSAKA: “QUIERO SER YO MISMA”
Antes de que interviniera Alcaraz lo hizo Alejandro Davidovich, que batió a Juncheng Shang (6-3 y 7-5, en 1h 44m) y se enfrentará la madrugada del domingo al lunes (no antes de las 00.00) con el noruego Casper Ruud, finalista en 2022. Al malagueño no se pudo sumar Roberto Bautista, en línea ascendente, pero inferior al local Sebastian Korda (6-7 (2), 6-3 y 6-4).
Avanzó el italiano Jannik Sinner, citado con Tallon Griekspoor tras superar a Andrea Vavassori (6-3 y 6-4), y también lo hizo la japonesa Naomi Osaka, que logró una victoria de mérito contra Elina Svitolina (6-2 y 7-6(5); chocará este mismo domingo con la francesa Caroline Garcia, puesto que la incidencia de la lluvia ha obligado a reprogramar los partidos y a jugar de continuo a algunos competidores.
“No lo hice bien en Indian Wells [eliminada en los dieciseisavos], no conseguí mandar en los intercambios. Pero, gane o pierda, quiero ser yo misma”, afirmó la exnúmero uno, de 26 años y ganadora de cuatro grandes. También figura en el cartel del día el madrileño Martín Landaluce, adversario de Ben Shelton (16.00, Movistar+). No tiene ya posibilidades Aryna Sabalenka, vencida por Anhelina Kalinina (6-4, 1-6 y 6-1).
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