Entre viento, salitre y gradas despobladas, una Copa de Maestras en forma de despropósito
Las tenistas pelean contra las ráfagas y una mala superficie en el improvisado torneo de Cancún, y anticipan que van a “presionar” en busca de cambios
Las ocho participantes de la Copa de Maestras y las representantes en la modalidad de dobles se dieron cuenta nada más desembarcar en Cancún, la semana pasada, que la teórica fiesta de final de temporada no iba a ser tal, sino más bien lo contrario. Todas ellas se quedaron estupefactas al ver el andamiaje y la pista a medio hacer, y la sorpresa derivó en un enfado considerable al ver que pasaban los días y que tan solo iban a poder ejercitarse la jornada previa al inicio del torneo sobre la superficie en la que iban a jugarse el título. “No están faltando al respetado. Me siento muy decepcionada con la WTA”, protestó la número uno del mundo, Aryna Sabalenka, cuyo discurso ha encontrado continuidad en el de otras referentes que no terminan de entender cómo se han podido hacer tan mal las cosas. Cancún, un paraíso; también (o así lo transmiten las protagonistas), la crónica de un despropósito.
“El problema no es esta ciudad, perfecta para irse de vacaciones y disfrutar de la playa. Pero ya es demasiado tarde para arreglar nada. Es realmente imposible conseguir que la pista esté bien”, lamenta la tunecina Ons Jabeur, una artista de lo suyo que para rendir a Marketa Vondrousova –otra tenista de buena mano, campeona este año en Wimbledon– tuvo que hacerlo “jugando feo”, a duras penas. La razón, el bote irregular de la pelota sobre una superficie instalada a última hora y las fuertes rachas de viento que se filtran desde el océano. “Es imposible controlarlas; hoy ha faltado poco para que se llevaran volando mi raqueta. A mí me gusta jugar bien, pero aquí no sientes la bola. Ojalá la WTA sepa con mayor margen dónde van a ser las Finals la próxima vez [el organismo anunció la sede con mes y medio de antelación] y que nos dé más tiempo para prepararlas”, agrega.
Jabeur se expresa en un set de televisión y al fondo se observan las ramas de las palmeras arremolinándose. El flequillo de la jugadora invade su rostro una y otra vez a causa de las ráfagas. “Las condiciones están siendo muy complicadas…”, sentencia. Es el sentir compartido por el resto de las competidoras, tristes por tener que cerrar la temporada en un escenario impropio de una cita de este nivel. Gradas semivacías durante la mayor parte del torneo y un paisaje desangelado –mitad del aforo– durante el partido entre Coco Gauff e Iga Swiatek, dos de las figuras actuales. La última demandaba dos días antes a pie de pista: “Espero que el estadio esté lleno los próximos días, hay muchos asientos vacíos. Por favor, venid a vernos”. Y exponía la reivindicación tras vencer a la estadounidense.
Número uno durante 75 semanas, hasta que Sabalenka le arrebató el liderato en septiembre, la polaca es una de las voces autorizadas del vestuario. Y, lógicamente, le duele a Swiatek ver tanto plástico y tanto metal alrededor, tan poca gente y tan poco ambiente. Esto no es una fiesta no es tenis, dicen. La pista, construida a última hora y a la orilla del mar, tan solo tiene cabida para 4.000 espectadores y no puede ocultar diversas taras. Amén del bote, irregular y raro según las participantes, no impide la invasión de la arena y el salitre, e incluso almacena charcos en algún costado cuando llueve. La consecuencia es el mal juego y un torneo deslucido; esto es, todo lo contrario de lo que debería ser la reunión entre las más fuertes del año. Un nefasto mensaje promocional en unos tiempos en los que el tenis femenino busca ansiosamente captar a la audiencia.
Querer más y más
“La calidad no está siendo la mejor. Se ve en la gran cantidad de errores que cometemos. Estamos limitadas por las condiciones, no siento que pueda demostrar todo lo que valgo. No sabes cómo va a reaccionar la pelota ni tienes el control. No es un problema de que no sepamos jugar, sino de que es muy difícil competir así”, expone Elena Rybakina, la número cuatro. “Ellos [la WTA, rectora del circuito femenino] decidieron tarde que íbamos a jugar aquí. El estadio no está lleno y no sentimos que esta sea la celebración de final de año que debería ser. Pero es lo que hay. Ojalá en el futuro no tengamos que vivir otra situación como esta. Nosotras los damos todo en cada torneo. Por supuesto que el margen de mejora es grande”, añade Swiatek.
Ella es una de las 21 firmantes de la carta enviada a la WTA a principios de octubre, en la que las tenistas reclamaban que se atendiese una serie de peticiones para la mejora de sus condiciones, desde el salario a la flexibilidad del programa a lo largo del año. Crece la cifra de torneos y con ella el desgaste. Se reduce el descanso y aumenta el estrés para ir de un lado a otro. “Queremos que cambien el calendario del año que viene. Habrá más torneos obligatorios [Mandatory], así que eso va a tener un impacto en nuestra salud y bienestar. La mayoría de los WTA 1000 van a ser de dos semanas [en vez de una], y eso también afectará al tiempo que estaremos en casa entre torneo y torneo. Tengo 22 años y he jugado una de las temporadas más intensas de mi carrera; siento que será difícil mantener este ritmo muchos años”, señala Swiatek.
La de Varsovia percibe que “todo está basado en querer tener más y más”, y que no se atiende a la salud del deportista. Ella y sus compañeras consideran que la WTA puede hacer más y mejores cosas para ayudarles, sin que se resientan los contratos entre el organismo y los torneos. Por tanto, Swiatek anticipa una movilización que empezó a cobrar forma con el escrito del mes pasado. “Llevo cuatro años en el circuito, y esta es la primera vez que las jugadoras de primer nivel y las de menor rango estamos unidas para hacer algo que tenga un verdadero impacto, porque no estamos contentas con algunas cosas”, apunta; “ojalá se produzcan cambios y lleguemos a un punto en el que todos estemos contentos. Todas las jugadoras, las de primer nivel y las de menor rango, estamos unidas y queremos generar un impacto. Vamos a presionar”.
LA WTA RESPONDE: “HABÉIS SIDO ESCUCHADAS”
En la línea crítica de las demás, Marketa Vondrousova afirmó el martes que las jugadoras no estaban siendo escuchadas y expresó su decepción, entre otras cosas, por lo acontecido en Cancún. Se refería la checa a que la WTA no había respondido por escrito –sí en dos reuniones presenciales, una de ellas estos días en México– a la carta formal que habían enviado de las tenistas.
Este jueves, el presidente y director ejecutivo del organismo, Steve Simon, redactó un texto para tratar de acercar posiciones.
“Está claro que no estáis contentas de estar en Cancún. Lo entiendo y habéis sido escuchadas. Como os comenté, aquí no es el lugar en el que esperábamos estar y la decisión se tomó bajo una serie de factores complicados. No es el torneo perfecto y comprendemos que las condiciones son un desafío, así que, por supuesto, aceptamos la responsabilidad”, indica el dirigente.
Asimismo, Simon agrega en la respuesta que la WTA está estudiando las demandas de las tenistas, relativas a calendarios, el cambio de pelotas, test antidopaje, marketing, la creación de un programa de Diversidad, Igualdad e Inclusión, o la compensación ante lesiones o parones por maternidad.
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