La inimaginable coronación de Vondrousova en Wimbledon
La checa logra su primer grande y se convierte en la jugadora de menor ‘ranking’ que triunfa en Londres tras el doble 6-4 a Jabeur, superada otra vez por la tensión
Así nacen las grandes historias, cuando uno menos se lo espera y donde probablemente menos confiaba en que pudiera suceder. Ocurre ahora en Londres, donde la grada inglesa ovaciona a Marketa Vondrousova, ya última campeona de Wimbledon. Checa, discreta, contenida. Feliz con su distinguida bandeja metálica. Solo los muy aficionados habían oído hablar de ella, una tenista que compite con uno de esos novedosos motores eléctricos que no hacen ruido, tan silenciosos. Pero que tiran. Detrás, muchas lesiones, otra de esas carreras al borde de la ruina. Pero, así lo expresa Ons Jabeur, derrotada otra vez, doble 6-4 en 1h 20m: “Este es un viaje duro, esto es tenis”.
A la tunecina, finalista el curso pasado, se le escapa la lágrima durante el parlamento porque se le ha esfumado otra oportunidad, la tercera en un gran escenario. Cedió el año pasado en la Catedral, cayó luego en Nueva York y vuelve a irse de vacío. Un palo tras otro. Ya pesan. “Voy a parecer fea en las fotos, y no quiero que suceda”, dice intentando retener el lloro. “Es la derrota más dura de mi carrera… Pero eres una fantástica jugadora [le dedica a la campeona] y has sufrido muchas lesiones, así que me alegro por ti. No voy a rendirme, volveré más fuerte. Algún día lo conseguiré, os lo prometo”, se dirige a su equipo, que lamenta igualmente desde la grada.
Reconocida como una de las jugadoras más talentosas y con mejor muñeca del circuito, Jabeur, de 28 años, no termina de encontrar la recompensa que merece su virtuosismo. La tensión le devora. Sucedió hace un año –batida por Elena Rybakina– y se repite la escena. Al cuarto juego, sin poder controlarse, ya se ha dado varias cachetadas que han enrojecido su muslo. Se golpea, se castiga; se mordisquea las uñas en la banqueta y su cara es ya un poema. No es lo mismo ser muy buena que saber jugar finales en esto del tenis. Las hay, y muchas, que poseían un extraordinario juego y que acabaron con las manos vacías. Pero las hay, también, aquellas que persisten.
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— Wimbledon (@Wimbledon) July 15, 2023
Sin ir más lejos, ilustrísimas como Chris Evert o figuras como Kim Clijsters. Ambas perdieron sus tres primeras finales; luego tocaron el cielo. Ocurre que Jabeur va acercándose a la treintena y su ascensión tardía choca con la fragilidad que transmite el día definitivo. Comienza otra vez bien, pero pierde progresivamente el color y, pese a que resta un mundo, se encoge de brazos y pelotea como alma en pena. En consecuencia, la historia de una tenista africana coronándose en un Grand Slam vuelve a quedarse en el borrador, mientras que Vondrousova, sí, Vondrousova, celebra contra todo pronóstico.
Tras Novotna y Kvitova
“No sé ni cómo lo he hecho”, responde sobre el verde. “Antes de este torneo no imaginaba que hubiera podido jugar a este nivel. Este deporte es una locura, no sé qué está ocurriendo…”, prosigue incrédula la ganadora, que antes de la proeza –firmada con 24 años– tan solo había ganado cuatro partidos sobre hierba. Codo, muñeca, codo; quirófano y un descuelgue progresivo en el ranking cuando hace cuatro años ya se había hecho notar, finalista entonces en Roland Garros. Se encumbra ahora en el césped. Jabeur insiste en estrellar contra la red y ella, entera, con toda la frialdad del mundo, cierra como debe ser aquí. Hay un desliz, doble falta, pero llega la volea cortada.
“No sé qué me voy a hacer”, dice en referencia a los abundantes tatuajes que cubren su piel, en forma de garabatos. “Pero si sé que mi entrenador prometió hacerse uno si ganaba un Grand Slam… ¡Así que iremos mañana!”, continúa a carcajadas. Increíble pero cierto. Ella, la primera no cabeza de serie que asalta Londres; ella, 42ª del mundo hasta ahora; ella, la vencedora de menor rango en la historia del torneo. El premio inglés le catapultará hasta el décimo peldaño, luego lucirá por primera vez en el top-10. Honra con el éxito a sus compatriotas Jana Novotna (1998) y Petra Kvitova (2011 y 2014).
Y entretanto, la ruleta sigue, por más que se haya perfilado un nuevo estatus en el circuito y las Swiatek, Sabalenka o Rybakina vayan consolidándose en las alturas. Son siete campeonas diferentes en las siete últimas ediciones del torneo, dos campeonas noveles en los dos primeros grandes de este curso; son ya 18 las jugadoras en activo las que han atrapado algún trofeo en los cuatro majors, de la veteranísima Venus Williams (43 años y todavía en activo) a la sorprendente checa (zurda, golpe combado, pulcra en lo técnico e inteligente, pura escuela del este) con la que ni los más optimistas ni los más osados contaban.
Sí, Vondrousova. Llegó sin avisar y desde abajo a Wimbledon. Quién lo iba a decir...
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