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España jugará ante Inglaterra por la gloria mundial

Las actuales campeonas de Europa eliminan con solvencia a la anfitriona Australia y se citan para un nuevo duelo con La Roja tras superarla hace un año

Mundial femenino
Alessia Russo remata a portería para marcar el tercer gol de Inglaterra ante Australia en la semifinal del Mundial.CARL RECINE (REUTERS)

La final del Mundial repetirá uno de los cuartos de final de la pasada Eurocopa. España tendrá la opción de tomarse la revancha sobre Inglaterra en el escenario más granado después de que el año pasado las lionesses, un auténtico fenómeno social al otro lado del Canal, las dejasen atrás tras una prórroga a cara o cruz para caminar hacia el entorchado europeo. Desde el cetro, desprovistas de la presión de haber hollado una cumbre, con la convicción de quien se siente ganadora, Inglaterra desafía de nuevo a España después de dejar atrás (1-3), con solvencia, a la entusiasta y competitiva Australia en la segunda semifinal de un Mundial que ya es inolvidable para el fútbol español y que el domingo puede convertirse en eterno.

AUSAustralia
Australia
1
Mackenzie Arnold, Clare Hunt, Clare Polkinghorne, Steph Catley, Ellie Carpenter, Kyra Cooney-Cross, Hayley Raso, Caitlin Foord, Katrina Gorry, Mary Fowler y Sam Kerr
ING Inglaterra
3
Inglaterra
Mary Earps, Alex Greenwood, Jess Carter, Millie Bright, Rachel Daly, Georgia Stanway, Keira Walsh, Lucy Bronze, Alessia Russo, Ella Toone y Lauren Hemp
Goles 0-1 min. 36: Ella Toone. 1-1 min. 62: Sam Kerr. 1-2 min. 70: Lauren Hemp. 1-3 min. 86: Alessia Russo.
Árbitro Tori Penso
Tarjetas amarillas Alex Greenwood (min. 10) y Chloe Kelly (min. 94)

En la final y contra las mejores. Porque Inglaterra es a día de hoy la número 1, la que opta a conformar una dinastía que se asemeje a la que detentó Alemania en la primera década de este siglo. A Australia le ganó, en Sydney, por fútbol y por arrestos. Primero controló el partido, lo llevó a su terreno con paciencia para adelantarse en el marcador y gestionar una ventaja que no parecía peligrar, un pensamiento siempre erróneo cuando delante hay un rival australiano, deportistas provistos de un gen competitivo que es seña de identidad. Las anfitrionas aprovecharon un leve resquicio para entrar de lleno en el partido, empatar y poner contra las cuerdas a las inglesas, que sin embargo reaccionaron con grandeza. Se alzaron para volver a mandar y supieron apretar dientes para aguantar los últimos embates locales y sentenciar sobre la hora. El festejo fue menos emotivo que el de España: las inglesas saben desde que llegaron a las antípodas que el trabajo solo estará hecho si vuelven con la Copa.

La semifinal se zanjó en un último tercio de partido frenético. Antes se produjo una batalla de desgaste en la que Inglaterra tomó el control para mover a un rival con peores futbolistas, pero no por ello menos expertas. Las australianas conformaron un once en el que sólo una jugadora sigue en la competición doméstica. El resto evolucionan en la liga sueca y, sobre todo, en la inglesa. Entre ellas la fenomenal Sam Kerr, el faro de su equipo para correr al espacio y convertir cualquier tipo de dominio en un ejercicio en el que es preciso atender al retrovisor. Inglaterra se manejó con esa amenaza a la contra, pero tuvo carácter para imponer su juego e ir hilando llegadas a gol. Stamway, una llegadora, exigió a la portera local Arnold al poco de empezar. Russo afinó la mirilla con un disparo al lateral de la red. Y, en fin, pasada la media hora Ella Toone limpió una de las escuadras de la portería australiana con un disparo que premió el despliegue inglés. El gol retrató el control del equipo dirigido por la laureada Sarina Wiegman: un saque de banda llevó el balón a la línea de fondo y desde allí se generó un incendio en el pico del área para que Toone definiese con precisión.

Hasta entonces Australia apenas había aportado fervor al partido, arrebatada por un ambiente electrizante que la empujaba a dar incluso más del cien por cien. Acabó por llegar a ese punto, por llegar al empate casi que desde la nada, después de que una recuperación en zona defensiva se convirtiese en un par de toques en un balón para Kerr con un latifundio por delante. La delantera del Chelsea, fuerte, determinada y talentosa, condujo durante treinta metros la pelota antes de soltar un zapatazo desde más allá de la frontal. Imposible para la estirada de Mary Earps.

El estupor que pudo sentir Inglaterra tras el golpe, el valor o el empuje del que se revistió Australia después de semejante aldabonazo, fueron sensaciones que se disiparon en cuanto las lionesses volvieron a juntar pases, siempre con Keira Walsh al comando de las operaciones, pero también con una tropa de excelentes guerreras que aúnan clase y combatividad. Stamway, Toone y Hemp se juntaron y Russo lanzó una advertencia con un testarazo en el que se adelantó a las dos centrales. Australia palideció y se empezó a caer cuando Ellie Carpenter, la lateral diestra del Lyon, dejó botar hasta en tres ocasiones una diagonal que buscó a Hemp desde la zaga. La delantera del Manchester City fue más decidida, encontró la pelota y la pasaportó a la red.

Nada había finalizado. Australia tenía fondo de armario. Su seleccionador retiró a una central para nutrir el eje del ataque con Van Egmond, una delantera corpulenta que liberó a Kerr del trabajo sucio. Hasta en tres ocasiones pudo volver el empate al marcador. La última opción de Kerr, tras un rechace que le dejó una volea en la frontal del área pequeña, fue palmaria. Ahí llegó una contra definitiva en la que Lauren Hemp se vistió el frac de Michael Laudrup para firmar un no-look pass y dejarle a Russo la estilográfica para firmar la sentencia.

Hasta entonces Wiegman no había hecho cambios. Con un once definido y un equipo maduro llega a la final Inglaterra, la campeona europea. Pero enfrente, el domingo y de nuevo en Sydney, tendrá un rival que ha demostrado estar a su altura y que sabe que la diferencia entre la victoria y la derrota estriba en no renunciar. España ya hace tiempo que ese verbo no lo conjuga.

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