Viñales vuelve a saborear la victoria, Márquez firma una magistral remontada en Portugal
Un error de Bagnaia permite al español estrenarse con Aprilia tras tres años de sequía, mientras el de Cervera escala de la octava a la segunda plaza en la sprint de Portimao
Más de tres años llevaba Maverick Viñales esperando este momento. Su primera victoria con Aprilia, después de salir por la puerta de atrás de Yamaha tras tocar fondo a nivel personal y deportivo en 2021, se ha hecho esperar. Llegó, por fin, en la carrera al sprint del GP de Portugal. El piloto de Roses, a sus 29 años, se convierte en el primer corredor de la era MotoGP en ganar con tres fábricas distintas, si bien esta estadística solo será oficial cuando logre vencer un domingo. Cosas de la modernización del formato y la letra pequeña del libro de los récords. Era lo que menos le importaba a él después de quitarse la careta de gorila que usó a modo de celebración en el parque cerrado.
“Lo intentaremos en cada carrera”, sonreía Mack, cuando le preguntaban sobre la oportunidad de inscribir su nombre en la historia. “Está siendo un fin de semana bueno, estoy muy contento por el trabajo del equipo. Aquí me estoy reencontrando”, señalaba. El secreto de este resurgir de Viñales es mirar hacia el futuro con varios guiños al pasado. Lleva una especificación antigua de la máquina de Noale, después de rechazar la versión de 2024 que sí lleva su compañero Aleix Espargaró, y el reencuentro con su primer técnico en la categoría reina, en 2015, le ha permitido recuperar la confianza plena dentro de su garaje. Con Manu Cazeaux, en 2016, ganó por vez primera en MotoGP y estableció una relación de esas que trasciende las pistas: “Confío ciegamente en él, entiende mi potencial natural y puedo trabajar sin hablar tanto, solo esforzándome en dar gas a fondo”.
Massimo Rivola, máximo responsable del proyecto italiano, era el primero en abrazarle en medio del éxtasis de todos los miembros de la fábrica en Portimao. “Quiero agradecer a Aprilia y a los de casa, que saben lo que sufro y trabajo, y lo poco que como para estar en este peso”, añadía el catalán. Cada kilo rebajado mejora el control de desgaste de los neumáticos y la tracción en aceleración, y tanto él como Espargaró han apretado este invierno para estar en el límite de lo humano.
Un error de Pecco Bagnaia, líder del campeonato y defensor del título, abrió este sábado la puerta a sus tres perseguidores para luchar por el triunfo. A cuatro vueltas del final, el referente de Ducati tuvo un susto a final de recta y la moto le sacudió como un caballo salvaje enrabietado. Salvó la caída y se fue largo, evitando el peor de los escenarios, pero pasó de comandar con un segundo de ventaja a verse a más de dos del podio. Viñales, segundo en parrilla, solventados por fin sus apuros en las salidas, una de sus asignaturas pendientes con la moto italiana, se lo pasó pipa jugando al gato y al ratón con Marc Márquez y Jorge Martín, sus dos acompañantes en el podio.
Márquez ya es la mejor Ducati
“Me lo he pasado muy bien con Marc, me he divertido. Me ha gustado, ha sido una batalla psicológica, primero con Pecco y luego con los de detrás, y me he sentido muy fuerte”, constató el ganador. Octavo en parrilla tras sufrir su segunda caída con la Ducati en su primer intento de vuelta rápida, Márquez fue el otro gran protagonista de la carrera. El ocho veces campeón del mundo, indudablemente mucho más cómodo sobre su nueva moto y afilando de nuevo el cuchillo, remontó cuatro posiciones tras la salida y no se cortó luego para arrancarle las pegatinas a Viñales. En la segunda vuelta, era tercero tras superar sin miramientos al de Aprilia para encaramarse al podio.
Por detrás caían Rins, Binder y Di Giannantonio, y poco después una colada de Márquez en la quinta vuelta permitió a Viñales recuperar la posición preferente e iniciar su persecución sobre el defensor del título, ya escapado. Cuando el número uno cayó, lo tuvo más claro que nunca: “Este es mi momento, aprieta, aprieta”. Martín, subcampeón el año pasado, también dijo la suya y en el ecuador de la carrera le dio un hachazo al 93, retándole a otro cara a cara entre Ducatis. Rio el último Marc, en la última vuelta, con otra pasada al límite, besando a su rival en la maniobra. En su undécimo día a lomos de una Ducati satélite, el de Cervera logró terminar como el mejor piloto de la fábrica de Bolonia.
“Lo más importante este fin de semana es que tengo velocidad. Esto es otra película, y me tranquiliza”, analizaba el de Gresini tras una gran remontada. Su sonrisa le delataba. “Ayer cometí un error, en la clasificación otro, y hoy he tenido suerte en la salida. Aún me falta, pero este fin de semana está siendo otra cosa”, remachó. El lobo empieza a quitarse la piel de cordero.
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