_
_
_
_

Jaume Masià, un campeón al límite en Moto3

El piloto valenciano de 23 años empezó el curso temiendo que este pudiera ser su último año en el Mundial, pero su gran temporada aderezada con el título le ha valido un billete para Moto2

Masià festeja su triunfo en Moto 3 tras el GP de Qatar.
Masià festeja su triunfo en Moto 3 tras el GP de Qatar.IBRAHEEM AL OMARI (REUTERS)

Jaume Masiá Vargas (Algemesí, Valencia, 23 años) llevaba toda la vida persiguiendo un sueño reservado a unos pocos elegidos del deporte mundial. El piloto español, con una victoria al límite de lo legal en el GP de Qatar, consiguió redondear con el título de campeón de Moto3 la temporada más importante de su trayectoria, la que podía ser punto y aparte o punto y final. Tras siete cursos en la categoría de entrada al certamen, ya todo un veterano en la cilindrada pequeña con 110 grandes premios a sus espaldas, se convirtió en la noche catarí en el 25º campeón español de la historia, uno de los que más ha tardado en poder cantar victoria.

“Soy joven, pero no soy rico”, comentaba en Malasia el valenciano, a sabiendas de la importancia de haberse ganado en la pista su continuidad y el ansiado salto a Moto2. Los bolsillos de su familia ya no daban para continuar remando en un mundillo que cada vez exige más inversión personal a los pilotos que no cuentan con el respaldo de las grandes marcas para desarrollarse y triunfar. “Aquí está el trabajo de mucha gente, y el cariño y ánimo de mi familia, de mi novia y, muy especialmente, de mis padres, a los que ya tengo ganas de abrazar. Este título es más suyo que mío”, comentaba el flamante campeón tras coronarse y llorar desconsoladamente sobre el carenado de su Honda del Leopard.

En la estructura luxemburguesa, Masià encontró un grupo humano que ha creído tanto como su familia en él. Después de un primer año juntos en 2020 que no dio los frutos esperados, el piloto tuvo la oportunidad de firmar por el KTM Ajo, cuna de grandes campeones como Pedro Acosta y Marc Márquez. Allí tampoco cuajó la cosa, y esta temporada volvió al Leopard Racing sintiendo que esta iba a ser su última oportunidad.

Su título no llega exento de polémica, y es que Masià pilotó como un poseso en Lusail y llegó a adelantar y bloquear a su rival directo, el japonés Ayumu Sasaki, hasta en dos ocasiones. También su compañero de equipo, Adrián Fernández se extralimitó en aras de ayudar a su colega con otras dos pasadas de alta tensión. Los comisarios decidieron avisar al valenciano y a su equipo por su agresividad al límite del reglamento, aunque para su fortuna todo quedó en tirón de orejas y nada más. “La sensación que tenía es que habría luchado 20.000 vueltas más y sabía que lo iba a conseguir”, comentó extasiado el campeón. “Les joda o no, ha ganado un español y es lo que hay”, añadió. En su campaña de supervivencia, el valenciano lleva semanas sintiendo que dirección de carrera y el ejército de KTM en pista iban a por él, principal motivo de su exabrupto final.

Con su cuarta victoria del curso, remontando desde la décima posición de parrilla, Masià se centró desde el primer momento en arrasar. La victoria era su catapulta al título, que celebrará con los suyos en Cheste, la cuna de campeones donde creció. Su familia no quiso desplazarse a Qatar para no descentrar al niño que mimaron desde bien pequeño y se ganó el acceso al Mundial como subcampeón del campeonato de España de velocidad júnior en 2017. Ese mismo año, con una sustitución a sus 16 años, debutó con una novena plaza y la vuelta rápida del GP de Austria en Moto3 y convenció.

Macauli, como le llamaban por su parecido a Macaulay Culkin, ese niño irreverente de la taquillera Solo en Casa, se convirtió no hace mucho en El Rubio cuando su madre se pasó de rosca al decolorarle el cabello. De pequeño, era tan bajo y ligero, que en el FIM CEV tuvieron que lastrarle la moto con 20 kilos adicionales de peso. Eligió el número 5 porque en la cuna solo becaban a los cinco primeros, y él quedó quinto para asegurarse una oportunidad para formarse y buscar una vía hacia el Mundial. En su momento, Marc Márquez quedó prendado al verle por allí tan menudo, como una vez lo fue él antes de convertirse en referencia y leyenda de MotoGP. Xavi Pérez, su primer mánager, también Julián Miralles y Emilio Alzamora más tarde, fueron sus valedores a lo largo de su trayectoria formativa, y su referente deportivo siempre fue el también menudo Dani Pedrosa. Hubo un momento en que hasta Karlos Arguiñano se interesó por él y le apoyó para costear su carrera.

Masià llega muchos años después a la categoría intermedia con 10 victorias, 27 podios, 10 poles y este primero título en su palmarés. La política de su equipo de alejar a la familia de los circuitos y la introducción del trabajo con una psicóloga le han ayudado a dejar atrás su irregularidad. Aunque haya por fin demostrado todo su potencial, su lenta confirmación y rendimiento intermitente, capaz de lo mejor y lo peor en cuestión de semanas, le obligará a vivir y pilotar al límite si quiere conservar su estatus como miembro de la élite del motociclismo mundial ahora que llega a Moto2.

Puedes seguir a EL PAÍS Deportes en Facebook y X, o apuntarte aquí para recibir nuestra newsletter semanal.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_