Santi Denia, el hombre que no aplaudió a Luis Rubiales
El seleccionador de fútbol, que se distanció públicamente del expresidente federativo, busca este viernes el oro contra Francia tras ser plata en Tokio como ayudante de Luis de la Fuente
“Dejadme también que de vez en cuando me alegre, que suelte toda la tensión”, se justificó con una sonrisa tímida Santi Denia (Albacete, 50 años) en la media noche del lunes en Marsella tras pasar a la final olímpica. El hombre hizo lo lógico, explotar de felicidad en el césped con la victoria ante Marruecos y frente a 55.000 marroquíes en las gradas del Velodrome, pero esa efusividad contrastó con la imagen habitual del seleccionador español, un tipo muy tranquilo que huye de las estridencias y el griterío futbolero.
La cita de este viernes en el Parque de los Príncipes contra la Francia de Thierry Henry carente de grandes estrellas (18.00, TVE y Eurosport) será su sexta final después de recorrer desde 2010 toda la escalera de Las Rozas: dos de Europeos sub-17, una del Mundial sub-17, del Europeo sub-19 y el Europeo sub-21. Esta última la perdió hace justo 13 meses contra Inglaterra y con un equipo donde figuraban nueve jugadores que ahora aspiran al oro en París: Arnau Tenas, Jon Pacheco, Juan Miranda, Álex Baena, Sergio Gómez, Abel Ruiz -titulares en la final-, Adrián Bernabé, Aimar Oroz y Sergio Camello.
Entonces era principios de verano y todavía no le había tocado manejar el gran tsunami del fútbol español por el beso no consentido del expresidente federativo Luis Rubiales y sus gestos obscenos en el palco de la final del Mundial femenino. La crisis posó una lupa microscópica sobre todos los empleados del organismo, sin excepción, y Santi Denia se terminó convirtiendo en una esas excepciones. Él no aplaudió a Rubiales en la asamblea del 25 de agosto de 2023 en la que el ex máximo responsable de la entidad se atrincheró en el cargo con acusaciones múltiples en todas las direcciones que multiplicaron la dimensión del derrumbe personal e institucional.
Una semana más tarde, con motivo de una rueda de prensa rutinaria -si en aquellos días había algo rutinario en Las Rozas- por una convocatoria de la sub-21, el técnico se explicó. “He cometido muchos errores en mi vida deportiva y en mi vida en general”, se arrancó. “La edad y quizá las canas te hacen ser más reflexivo. Yo acudí a la asamblea a escuchar. Analicé y reaccioné. Y reaccioné como me sentí, de manera genuina. Me salió no aplaudir y es lo que sentí”, argumentó Santi Denia tras calificar de “inadmisibles” y “desafortunados” los comportamientos de Rubiales.
A diferencia de muchos cargos deportivos y de gestión de Las Rozas, que en las jornadas posteriores debieron excusarse -o justificarse- por su aplauso a Rubiales, incluido Luis de la Fuente, la imagen pública del seleccionador olímpico no sufrió daños. Aunque sí tuvo que lidiar la presión interna de los fieles al Rubialismo. Como publicó este periódico, esa distancia clara, expresa y pública con la todavía cúpula de la federación española le valió una dura reprimenda de Francis Hernández, hombre muy afín al expresidente y coordinador de las categorías inferiores. Una bronca de un tono desagradable.
Las brasas de aquel fuego que asoló Las Rozas siguen presentes, pero el foco principal regresó a la competición. Allí Santi Denia ha dirigido sin alardes futbolísticos en las últimas dos semanas a la selección hasta la final contra los anfitriones. El hombre reposado y nada expansivo en sus relaciones sociales -diferente al perfil público de Luis de la Fuente- tampoco ha sorprendido en sus decisiones técnicas durante el torneo. Desde el debut contra Uzbekistán (2-1) en el Parque de los Príncipes (2-1), no dejó dudas sobre su once tipo: Tenas, Pubill, Eric García, Cubarsí, Miranda; Barrios, Baena, Fermín; Sergio Gómez, Oroz y Abel Ruiz. Ni el calor, la humedad y la acumulación de partidos, razones que ha ofrecido estos días en Francia para explicar las dificultades del equipo en algunos momentos en coser buen juego, le han hecho salirse de su apuesta.
Fuera de la Villa Olímpica
Estos son sus terceros Juegos y cada uno con un papel diferente. El primero, en Atlanta 96, como jugador del combinado que llevaba Javier Clemente (cayó en cuartos). El segundo, en Tokio 2020 (plata), como asistente de Luis de la Fuente, de quien heredó el segundo escalón de España (sub-21 y la olímpica) cuando este ascendió a la absoluta. Y ahora en París, como jefe de operaciones deportivas.
El recuerdo del título olímpico de Barcelona 92 volvió a posarse en la previa de la final de este viernes. “Si llevamos tantos años sin un oro es un reto más”, apuntó Denia. El desafío de la selección de fútbol, que tiene cuatro medallas olímpicas (las platas de Amberes 1920, Sídney 2000 y Tokio 2020, más el oro del 92), va también más allá de su mundo porque España no se cuelga un oro en deportes de equipo desde el waterpolo masculino de Atlanta 96. Una ausencia significativa en un terreno donde el país es potencia.
Empujada a la vida itinerante en las dos últimas semanas tras su estreno en el Parque de los Príncipes, la selección no ha regresado después de las semifinales a la Villa Olímpica, donde sí estuvo para el debut contra Uzbekistán. El martes, la expedición se trasladó de Marsella a un hotel de la capital francesa. Hace 28 años, Santi Denia ni siquiera pisó la Villa de Atlanta. Ni llegó a la final que este viernes peleará contra los anfitriones en la ebullición del Parque de los Príncipes.
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